lunes 23 de julio de 2012
http://www.sintesisagraria.com/paginas/apicultura/completa.php?codigo=229527
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Investigan el efecto de las cenizas en las abejas | 23-07-2012 | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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Un equipo de investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) investiga los mecanismos a través de los cuales la erupción del complejo volcánico Puyehue-Cordón Caulle, producida a principios de junio de 2011, afectó la vida de las abejas en Bariloche y sus alrededores.
El trabajo fue realizado como parte del Programa de Emergencia Volcánica (PROEVO, www.proevo.com.ar) que es coordinado por la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN). El equipo de trabajo está formado por el biólogo Andrés Martínez, el ingeniero agrónomo y apicultor Guillermo Huerta, el técnico agrónomo y estudiante de biología José Villacide, la Lic. Maité Masciocchi, el Dr. Juan Corley y Luis Daneri. -¿Podrían mencionar algunas de las características de la abeja Apis mellifera? -Andrés Martínez (AM): Son insectos sociales, es decir que tienen castas dentro de la colmena, hay una reina, obreras y zánganos. La reina es la encargada de poner huevos, mientras que las obreras se encargan de las labores dentro y fuera de la colmena de acuerdo a su edad, por ejemplo limpiar la colmena, cuidar las larvas, recolectar alimentos y actuar como guardianas. Los zánganos son los machos, que principalmente sirven para la reproducción. -Guillermo Huerta (GH): A medida que comienzan a hacer sus primeros vuelos buscan agua y polen, y finalmente se dedican a juntar néctar para hacer miel. -Cuando comenzó la erupción volcánica del Puyehue-Cordón Caulle ¿qué estaban haciendo las abejas? -GH: En invierno no salen a buscar comida ya que la disponibilidad es escasa, dependen de la comida (miel y polen) recolectada en el verano. Es por ello que la actividad, en ese momento, estaba centrada principalmente dentro de la colmena. Cuando la temperatura baja mucho, entran en un estado de hibernación. Las abejas se apelotonan formando una unidad compacta dentro de la colmena. Dado que son insectos no generan su propia temperatura, pero en conjunto, por el metabolismo de la miel, pueden generan temperaturas de más de 30 grados en el centro del nido cuando afuera hace 10 grados bajo cero. Es así como pueden pasar el invierno, con un mínimo contacto con el exterior. -¿Entonces fue en cierto modo positivo que la erupción haya comenzado en invierno, cuando las abejas casi no salen de la colmena? -GH: Dentro del conjunto de efectos negativos de la erupción, el hecho de haberse producido durante el invierno, ha llevado a que las consecuencias hayan sido menos desfavorables que las esperadas si hubiese ocurrido en otras estaciones del año. En invierno, cuando hay temperaturas medianamente agradables, por ejemplo 10 grados, aunque no haya flores las abejas salen a hacer sus necesidades fuera de la colmena. Cuando sucedió la erupción, las abejas estaban realizando sus vuelos de limpieza, por lo que el contacto con las cenizas, al menos en esas primeras semanas, fue mínimo. -Todos conocemos el producto, la miel, pero poco se conoce sobre el trabajo para hacerla y las consecuencias de la polinización. -GH: A nivel mundial, siempre se dice que la abeja es mucho más beneficiosa por los efectos de la polinización que por sus productos. La abeja y gran parte de las plantas han evolucionado de forma conjunta. Hay muchas plantas que se benefician por la actividad de polinización que ejercen las abejas. En Río Negro la fruticultura en general se ve necesitada del accionar de las abejas. Ayudan a polinizar los grandes frutales, las frutas finas e incluso la producción de semillas, como las de alfalfa y girasol. En la provincia de Río Negro antes de las cenizas había 72 mil colmenas. Y después murieron muchas. En el Valle medio murieron más de 12 mil colmenas debido a la combinación del debilitamiento producido por un parásito (Varroa) y la ceniza. -Teniendo en cuenta este contexto, ¿en qué consiste la investigación y a qué conclusiones llegaron hasta ahora? -AM: La principal idea del trabajo fue comprender los mecanismos a través de los cuales las cenizas pueden afectar el comportamiento y la supervivencia de la abeja. Para ello, diseñamos una serie de experimentos con diversos enfoques. Nos preguntamos, ante una situación de caída de ceniza extrema, como la registrada durante los primeros días, qué ocurriría con una abeja, que al salir de la colmena se encuentra con las flores y el néctar contaminados con cenizas. Pensamos que quizás las cenizas podían estar afectando en primer lugar la localización de las flores ya que la abeja depende, en gran medida de su visión para encontrarlas. Esta pregunta es importante porque entre las flores y las abejas existe una relación de mutualismo: la flor es polinizada por la abeja que luego lleva el polen a otras flores. Como recompensa, la abeja recibe néctar para llevar a la colmena y hacer miel. Si rechaza esta fuente, se queda sin su recompensa y afecta el éxito de la colmena. -¿Y cuál fue el otro enfoque? -AM: Ante una flor contaminada, la abeja puede tomar dos caminos: uno es la indiferencia, o sea que la presencia de la ceniza no afecte el comportamiento de la abeja e ingiera el néctar contaminado; y el otro es que lo rechace. Para discriminar estas posibles alternativas, hicimos un experimento para evaluar si la contaminación provoca rechazo en la abeja. -¿Y qué otros interrogantes plantearon en esta investigación? -AM: Después nos preguntamos qué ocurría si la abeja ingiere el néctar contaminado. Sabemos que la ceniza tiene un alto grado de partículas abrasivas de sílice y se ha observado en otros estudios que acumulaciones de partículas volcánicas en el tracto digestivo de los insectos pueden causar su muerte. Entonces cuantificamos el impacto de la contaminación del alimento sobre la supervivencia. Por último, y considerando el carácter abrasivo de las partículas, estudiamos qué ocurría cuando la abeja sale de la colmena y se posa en diferentes lugares tomando contacto directo con las cenizas. -¿Cómo hicieron para evaluar cada uno de estos mecanismos? -AM: Por un lado, realizamos el experimento de localización de flores en un campo de lavanda de la zona que tenía colmenas a menos de 100 metros. Allí medimos la tasa de visita durante todo un día en el que contamos cuántas abejas visitaban cuatro parcelas: dos estuvieron limpias todo el tiempo y en las otras dos parcelas recreamos una lluvia intensa de ceniza volcánica, simulando los primeros días de la erupción volcánica en junio de 2011. Por otro lado, criamos abejas en el laboratorio y realizamos experimentos para recrear la ingestión y el contacto con las cenizas. -¿Qué resultados obtuvieron? -AM: En el experimento que medimos visitas en flores contaminadas observamos que la tasa de visitas bajó casi a cero al compararla con la tasa registrada en las parcela de flores limpias. Las abejas pasaban de largo porque dejaron de ver las flores de lavanda como tales. Esto ocurrió a pesar de que la abeja que va a buscar néctar tiene memoria de los lugares que suele visitar. El hecho de no ver las flores, implica que quizás tengan que viajar más lejos hasta encontrar una flor sin ceniza a la que reconozcan como tal. Esto afecta su rendimiento en general porque gastan más energía. El caso extremo es que no encuentre comida, provocando su muerte. Estas observaciones nos sorprendieron bastante dado que no esperábamos ver una caída de visitas tan brusca. -¿En los días posteriores al comienzo de la erupción pueden haber aprendido a reconocer las flores? -AM: La abeja es un insecto que es capaz de aprender. Hay estudios que muestran que aprenden colores, formas, olores, gustos. Aún tenemos mucho para investigar, pero hay una posibilidad que después de cierto tiempo, aunque siga cayendo ceniza la abeja aprenda que en un lugar hay comida y que siga yendo. De hecho, en el campo de lavanda realizamos una segunda parte de experimentación que consistió en regresar 24 horas después al mismo sitio. Vimos que la tasa de visitas subía nuevamente, no al nivel inicial, pero observamos que algunas abejas ya reconocían las flores como tales. Es cierto que las flores estaban bastante más limpias pero seguían con un tono gris, que las abejas aprendieron a reconocer. -JV: Queremos comprender el por qué de esta reducción registrada en la tasa de visitas a las flores con ceniza. La abeja realiza la búsqueda activa de las flores en gran parte a partir del reconocimiento visual. Entonces nos preguntamos si el cambio en el patrón de coloración, producto de la cobertura con partículas volcánicas, que detectamos con nuestro tipo de visión, también lo detectaron las abejas. Para ello estamos trabajando con Axel Bruchhausen del Grupo de Fotónica y Optoelectrónica del Centro Atómico Bariloche con el objetivo de entender las bases ópticas de este cambio. -¿Qué más pueden contar de los experimentos que hicieron en el laboratorio? -AM: Nos preguntamos si la abeja come polen, néctar o agua contaminada con cenizas. Para comprobarlo, preparamos alimento con distintas concentraciones de cenizas y se lo ofrecimos a las abejas bajo condiciones controladas. Los resultados mostraron que a las abejas no les importa que el alimento tenga ceniza, lo comen igual. Observamos que el polen, alimento rico en proteínas que las abejas comen durante los primeros 10 días de vida adulta, no tenía un efecto importante en la supervivencia al estar contaminado. Con respecto al agua, vimos que si toman agua sin ceniza viven alrededor de 50 días, pero cuando la toman con una concentración alta viven cerca de la mitad. Un patrón similar fue observado con la ingesta de néctar. -GH: Además, estamos analizando el efecto de la ceniza sobre la calidad de la miel. Queremos averiguar si la ceniza acarreada por el néctar dentro de la colmena tiene alguna consecuencia. En este momento, técnicos del INTI Neuquén están analizando muestras de miel producidas con néctar con ceniza. |
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