Vibraciones fuertes como las de los terremotos, desorientan a las abejas y hacen que busquen refugio o alimento en otros lugares que son nuevos para ellas como una medida de supervivencia.

Las consecuencias de un terremoto no solo son palpables en la infraestructura de la zona suroeste de la Isla o en la salud mental de las familias afectadas: también se refleja en la naturaleza.
Un ejemplo de esto es el efecto que provocan los movimientos telúricos en las abejas que 
están a cargo de polinizar los cultivos, las que cambian radicalmente su comportamiento con
 este tipo de fenómeno natural.
“En Guayanilla, de 60 colmenas se fueron 11, en Patillas de 52 quedan 12 y en Yauco ha 
desaparecido el 25% de las abejas. Se han ido al monte a esconderse. Normalmente ellas
 salen a trabajar entre 5:30 a.m. y 6:30 a.m. Las que tenemos se han quedado tranquilas en 
las colmenas”, explicó Hermes Conde, director de la Escuela de Apicultura del Este.
Este comportamiento inusual ocurre cuando las abejas sienten vibraciones fuertes como las
 de los terremotos, lo que las desorienta y hace que busquen refugio o alimento en otros 
sectores que son nuevos para ellas como una medida de supervivencia.
“En las tormentas anclamos las cajas de colmenas y ellas no se van, pero en las sacudidas
 de los terremotos cambia la posición de las cajas y cuando salen tienen problemas para 
volver a entrar. El movimiento constante no las pone dóciles. Ahora también se están 
alterando en el sur por el constante movimiento de autos, ruidos e iluminación. Se afecta la 
recolección de néctar y polen”, indicó Conde.
Sobre el comportamiento de las abejas, el profesor de biología e investigador de la
 Universidad de Puerto Rico (UPR), recinto de Río Piedras, Tugrul Giray, añadió que hay que
 tener mucho cuidado al removerlas de las áreas colapsadas.
“Las casas y paredes de la zona sur de la Isla se caen y van a mover las abejas, que 
usualmente se manejan con humo y sin problemas porque están mansas, pero con las 
vibraciones se molestan. Con este tipo de impacto pueden atacar. Con los movimientos
 telúricos pueden responder de manera agresiva y pueden permanecer agitadas hasta tres
 días después”, advirtió Giray.
El impacto
El apicultor Conde entiende que de continuar los temblores y no protegerse a las abejas, se 
verá un efecto negativo en los cultivos a mediano y largo plazo. A esta situación se le suma
 la pasada crisis apícola tras el paso del huracán María, con la cual desapareció el 90% de 
las abejas. A esta fecha se había recuperado el 75 % de las productoras de miel.
“Si hay menos polinización, hay menos frutos como aguacate, chinas, limón, toronja, etc. 
Hay otros polinizadores como las mariposas, cigarrones, pájaros y murciélagos, pero el 97% 
de este trabajo lo hacen las abejas. De hecho, estamos esperando hace ocho meses la
 aprobación del Proyecto 974 por la Cámara de Representantes, que busca proteger a las abejas. No sabemos qué ha pasado”, alegó Conde.
Agregó que María afectó drásticamente a las abejas locales, que desaparecieron en su
 mayoría, menos la especie Apis Mellifera.
“Se salvó de María la abeja más fuerte que hay en el mundo, porque resiste enfermedades y
 ácaros. Busca alimento en lugares como zafacones y flores, pero en esta época casi no hay
 flores. En una caminata que hicimos en Guayanilla encontramos 20 colmenas en una cueva. Ellas tienen un sexto sentido como los animales. Detectan el fenómeno y se esconden, buscan refugio.
 Otro problema es que se van a afectar los apicuarios de Yauco, de donde se saca miel y esto
 puede redundar en la venta de productos adulterados”, aseguró.