miércoles 25 de junio de 2025
La miel cordillerana del Biobío: un producto único en el mundo gracias a su flora nativa
Investigación de la UdeC fue la que identificó una composición floral exclusiva en mieles de Alto Biobío, Santa Bárbara y Antuco. El experto destaca el valor ecológico, productivo y comercial de este hallazgo.

Por Matías Molina Pérez
La miel que se produce en sectores cordilleranos de la Región del Biobío no solo destaca por su sabor y textura, sino también por una característica única a nivel mundial: su composición floral proviene de especies vegetales nativas y endémicas de esta zona del país, muchas de las cuales no existen en ningún otro lugar del planeta.
Así lo confirma el biólogo Mauricio J. Rondanelli Reyes, doctor en Ciencias Biológicas y director del Laboratorio de Palinología y Ecología Vegetal de la Universidad de Concepción, Campus Los Ángeles.
Desde esa unidad, encabezó el estudio “Determinación del origen floral de miel natural de abeja de la región geográfica Biobío cordillera”, el cual permitió identificar esta singularidad.
“Específicamente, la presencia de granos de polen de especies vegetales nativas y endémicas de esta región de Chile. ¿Qué significa esto? Que son plantas que solo crecen, de manera natural, en esta región del planeta y en ninguna otra parte del mundo”, explicó el investigador.
Entre estas especies se encuentran el Guindo Santo, el Avellano, el Quillay, el Maqui, el Voqui y el Yaqui, que le otorgan a la miel una identidad irreplicable.
“Le dan una composición floral que no se repite en otras regiones del planeta. A través de la colecta del néctar que realiza la abeja doméstica, se traspasan los principios activos de estas flores particulares, proporcionando al producto miel elaborado potenciales cualidades antimicrobianas, antisépticas, antiinflamatorias y antioxidantes”, detalló Rondanelli.
La importancia de esta producción, agregó, no se limita a lo económico o comercial. También representa una oportunidad concreta para fomentar una apicultura sustentable basada en el resguardo del ecosistema.
“Conservar el alimento de las abejas procura al mismo tiempo su bienestar y una mejor producción de miel. Lo que, sumado al uso de buenas prácticas apícolas, genera indudablemente valor agregado a este producto”, sostuvo el académico.
Desde el punto de vista de la proyección comercial, Rondanelli planteó que si bien la denominación de origen (D.O.) es un proceso más largo, los resultados obtenidos hasta ahora son un paso relevante.
“Ciertamente, la certificación del origen floral de estas mieles de la cordillera del Biobío, labor que cumple nuestro laboratorio, contribuye significativamente a este proceso. Una miel certificada en su origen floral asegura inocuidad alimentaria y, paralelamente, un mejor precio de venta a quien la produce”, explicó.
Innovación: la experiencia de Mieles Entretenidas
Desde Santa Bárbara, una de las comunas destacadas en el estudio palinológico, surgió también una forma innovadora de diversificar la producción apícola local....
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