Edith Elgueta se dio cuenta de que, cuando desaparecieron las abejas, el desierto de
Atacama, en el norte de Chile, se volvió aún más seco y, después de toda una vida como
funcionaria municipal, se propuso recuperar esos insectos y producir una miel única en una de
las zonas más áridas del mundo.
“Viene de una necesidad de tener que buscar calidad de vida. Nosotros en el desierto siempre
habíamos tenido abejas, pero por una persecución de la mosca de la fruta hicieron
fumigaciones, ahí se perdieron las abejas y eso no provocó más sequía todavía en pleno
desierto”, explica en una entrevista con Noticias ONU.
Edith dejó su trabajo como archivera municipal y se fue a la Universidad Nacional de Cuyo,
en Medonza, Argentina, a formarse como apicultora. Pero las clases no le bastaron. Edith
quería hacer una apicultura distinta.
“Llegué a hacer un cambio de metodología, ver a la abeja en otro sentido, a tratarla bien”.
Edith tenía buenas relaciones con las comunidades de indígenas aimaras de la región de
Arica y Parinacota por su trabajo en la municipalidad y buscó sus conocimientos.
“Empecé a aplicar los conocimientos de la apicultura biodinámica, a trabajar con las
constelaciones lunares y también, como ya tenía conocimiento de la parte indígena, fui
haciendo un complemento y eso lo fui aplicando”, explica....
https://news.un.org/es/story/2024/03/1528691