7 de febrero del 2011
El trabajo en grupo hizo el cambio
* Aún no exportan, pero con la miel que hoy día producen los y las apicultoras de Belén, en Rivas, ya no están en extrema pobreza. Sus ganancias, este año, podrían implicar los 18 mil córdobas, es decir tres veces más de lo que obtenían en los últimos tres años. El secreto: el trabajo comunitario y el apoyo de la Cooperación Alemana
Por Amparo Aguilera
Especiales
Extracción de miel
Son apicultores y apicultoras que no figuran en el Censo Nacional. Antes de 2008 no contaban con apoyo gubernamental ni extranjero, por lo que siempre se miraban en aprietos para ejercer la actividad.
Eso se reflejaba en pobres ingresos. “No llegábamos ni a los dos mil córdobas por año en la comunidad (Mata de Caña), fueron tiempos muy difíciles”, recuerda el actual vicepresidente de la Cadena de Miel del Suroeste de Rivas, Leónidas Ugarte.
Sin embargo, en 2008 la suerte les cambió, pues la Cooperación Alemana decidió apostar por el grupo. Esto implicó: trabajo comunitario y disposición para manejar técnicamente el oficio, según explica Marlen Landero Vargas, asesora local del Componente de Fomento de Competitividad en la Cooperación Alemana.
El donante se enfocó en Belén, en zonas como Mata de Caña, San Juan Viejo, las Mesas y San Marcos. Aunque paralelamente lo hizo en la Isla de Ometepe y Chacocente, ubicado entre el límite de Carazo y Rivas.
“Se determinó optar por una metodología basada en el fomento de toda la cadena y esto conllevaba la organización de los productores, asistir a capacitaciones, la dotación de equipos y articulaciones público-privadas, por ejemplo con la alcaldía y el Ministerio Agropecuario y Forestal (Magfor), donde hemos tenido mucho apoyo”, apunta Landero.
La apicultora María Cristina Nicoya, de 40 años y habitante de San Juan Viejo, dice que el “comienzo” no fue fácil. “Las personas tenemos un lado bueno y malo. Y no siempre podemos entendernos. Pero queríamos producir más miel y teníamos que aprender a compartir equipos y tareas, así empezamos y lo hemos venido logrando”, rememora.
En 2008 se conformó la Cadena, de la que hoy día sigue siendo parte Ugarte y que ya está al mando de una mujer: la apicultora Nelba Quirós. “Lograron visibilizarse”, destaca Landero. Pero no sólo eso “nos conocimos, porque antes yo no tenía idea de quiénes eran los apicultores de las comunidades cercanas, y a ellos les pasaba lo mismo,” subraya Ugarte.
Entre tanto, en San Juan Viejo, el grupo, conformado por cuatro mujeres y dos hombres, comenzaron a dividirse las tareas, al igual que el resto de apicultores de las zonas vinculadas al proyecto. Hecho que se preserva en la actualidad.
“Cada ocho días hacemos, en San Juan Viejo, revisiones generales a los dos apiarios que tenemos, tres van a uno y los otros tres al otro. Esto nos lleva como tres horas por día”, detalla.
Mientras en la época de pre- cosecha, es decir en diciembre, y en cosecha, de enero a marzo, las revisiones se hacen cada 15 días o al mes. “En esa temporada trabajamos seis horas y entre todos extraemos la miel”, comenta Nicoya.
Comparten extractor en las tres zonas
Ugarte, indica, que además comparten el extractor de miel de acero inoxidable en las comunidades.
“Cada comunidad la tiene entre tres y cuatro días. Y así nos vamos rotando. Cada quien comprende que todos tenemos derechos a su uso, y por eso nadie se molesta y ninguna de las comunidades puede tenerlo más tiempo que otra”, menciona.
Lo mismo pasa con las capacitaciones. “Todos nos rotamos para asistir a los talleres. Así que si uno va una, el otro va a otra, y luego multiplicamos lo que se aprende. De esto todos estamos pendientes, pues así todos mejoramos la calidad de la miel”, expone Nicoya.
Aparte de eso cuentan con la asistencia técnica del Magfor. El técnico de la entidad, en Rivas, Walter Vega, destaca que el segmento no sólo ha recibido talleres enfocados en el manejo de apiarios y abejas, sino también en contabilidad.
“Cada ocho días nosotros les damos seguimiento y acompañamiento. En esto ha sido vital la visión de la delegada departamental del Magfor, en Rivas, Juanita Rodríguez, quien ayuda incondicionalmente al sector. Los apicultores y apicultoras ya saben como detectar las enfermedades de las abejas, ya saben como tratar a las abejas y cómo incidir en las colmenas”, agrega.
La apicultora Marling Quintanilla Rodríguez, de 23 años, dice que los talleres le han “abierto los ojos” y le ha aumentado su autoestima. “Yo manejo mis colmenas sin miedo y con eso le doy de comer a mi familia. Además, ahora contabilizó todo. Antes no lo hacía. Hasta hace un año que me metí como apicultura comprendí la importancia de saber cuánto invierto y cuánto obtengo”, declara.
“Ahora--añade--yo apunto todo en un cuaderno. Y así sé por ejemplo que de las colmenas que administro he sacado (a la fecha) 30 litros de miel, a las que le puedo sacar unos 3,000 córdobas y eso ya sé que una parte, tal vez la mitad, lo voy a invertir en más equipos”.
Oficio también es familiar
Landero, en ese contexto plantea que el quehacer aparte de ser comunitario, es familiar. “Y esto trae ventajas y desventajas. La ventaja es que promueve grupos muy solidarios, a nivel de la comunidad y de la familia, de modo a la que a la hora del trabajo entre todos se ayudan, entre todos se apoyan”, reflexiona.
Pero “se tiene la desventaja” de que no se cuantifica ese apoyo. “Por eso al estimar los costos, sus operaciones salen muchísimo más baratas de lo que en realidad implican, y es así como terminan vendiendo la miel por debajo de su precio real. Entonces nosotros nos hemos enfocado en que contabilicen el trabajo de cada miembro para que no sigan perdiendo, y aún así la miel de los productores de Belén es más barata respecto a la que se vende en la capital”, señala la asesora.
Ugarte y Quirós concuerdan con Landero. “En la apicultura de Belén, usted va a encontrar apellidos repetitivos porque somos familias enteras las involucradas en la actividad. En mi caso, mi señora comenzó con las colmenas pero por la presión alta dejó de la actividad y yo con mis hijos la asumí, pero ahora sí cuantificamos todo y damos el litro de miel a 120 córdobas y a granel a 65 córdobas”, relata Ugarte.
Quirós, Presidenta de la Cadena, entre tanto cuenta que en la Cooperativa Dulce Miel, que también es parte de los apicultores beneficiados en Belén por la Cooperación Alemana, las mujeres comparten su labor con sus maridos, nueras, hijos y sobrinas.
“En mi caso lo hago con mi hermana, su esposo y mis sobrinas. Lo hacemos porque es rentable. Vale la pena. Eso sí hay que capacitarse, hay que invertir en mejores equipos, en el traje, en las colmenas y hay que trabajar con la comunidad”, resalta indicando que el litro de miel lo venden entre 100 y 120 córdobas.
Producción superará el 100%
La venta la hacen todos en el mercado interno. Unos venden en las mismas comunidades, otros en el mero Belén y otros en Rivas. Todavía no exportamos, contamos con el registro sanitario de la miel, y con la idea de producir más, pero esperamos hacerlo pronto, es uno de nuestros sueños”, relata Quirós.
Landero especifica, que a nivel de producción y cosecha la ganancia por litro de miel es de 0.60 centavos de dólar, un poco más de 13 córdobas.
La Cadena, de acuerdo con Ugarte, cuenta con 75 colmenas. “Tenemos, además, bandejas, laminadoras, extractores de acero inoxidable. Ahumadores (entre otros equipos) que nos permiten obtener una miel más pura y de mejor calidad”, reitera Ugarte.
Este año “a como vamos, creemos que vamos a ahorrarnos como 3,000 córdobas porque ya no vamos a comprar laminadoras en Mateare (Managua), gracias a Dios y a la Cooperación Alemana”, insiste.
Ugarte además, calcula que van a producir en estos meses 1,700 litros de miel. Es decir un 126.6% más de lo que cosecharon en 2010, año en el cual colocaron en el mercado local 750 litros del producto.
“La ganancia va a andar por los 18 mil córdobas y esto será el triple de lo que obtuvimos entre 2008 y 2010. En esos años las utilidades fueron, por año, de 6,000 córdobas. Vamos bien”, advierte.
El dinero que ganan se lo reparten, en partes igualitarias en comunidades como San Juan Viejo. Pero hay apicultores que trabajan sus colmenas de forma individual, como es el caso del mismo Ugarte y de las apicultoras de Dulce Miel. “Aquí (en Belén) nadie pierde, de alguna manera todos ganamos”, asegura Quirós.
En ese sentido la apicultora expone que en términos de ventas van avanzando. Por eso el reto que tienen por delante es el de conseguir más envases para el producto y un centro de acopio. “Estamos entusiasmados, creemos que si seguimos unidos vamos a lograrlo”, puntualiza la productora de miel.
Hay cuido ambiental
El vicepresidente de la Cadena de Miel del Suroeste de Rivas, Leónidas Ugarte, indica que con la apicultura están cuidando el medio ambiente. “Estamos protegiendo el río de la zona. Así como 450 hectáreas (equivalentes a 630 manzanas) de bosque y esto hace incluso que nuestra miel sea más orgánica que otra cosa”, sostiene.
Por eso tampoco pasan inadvertidos. Hoy la Cadena descrita es parte de la Comisión Nacional Apícola.
“Hemos logrado sillas allí, Nelba Quirós tiene la tesorería y yo la Comisión de Sanidad Apícola, así que en Nicaragua ya nos notan más y todo gracias a la organización, al trabajo comunitario, al acompañamiento del Magfor y a la confianza que ha tenido en nosotros la Cooperación Alemana, sin ellos nuestro sueño de vivir de la apicultura no se hubiera hecho realidad”, advierte Ugarte.
Un oficio ajetreado
Producir miel no es fácil. Establecer y dividir las colmenas es un trabajo que implica horas de dedicación. A algunos les lleva hasta un año o más. En ese oficio hasta usar el traje protector es necesario para revisar los apiarios, implica experiencia, aparte de soportar mucho calor. Cuando se lleva el traje, por otro lado, no se puede usar crema humectante en la piel, porque eso atrae a las abejas.
Las personas, tampoco pueden ir nerviosas al apiario. “Porque las abejas lo sienten, se le acercan y los pueden picar. Deben ir al apiario relajados, calmados”, explica Uriel Ugarte, hijo del apicultor Leónidas Ugarte.
Estando en el apiario, si es su primera vez, no debe ubicarse enfrente de las colmenas. “Por seguridad deben colocarse un poquitito lejos y con los ahumadores cerca”, indican los apicultores. Los ahumadores expelen humo aromatizado, en el caso de los apiarios de Belén, pues se producen con brasas, ramas viejas de árboles, eucalipto, orégano o zacate de limón.
La experiencia vale la pena. En los apiarios no sólo es posible identificar la abeja reina, las obreras y los zánganos. Sino también se logra apreciar el trabajo “en equipo” que estas realizan.
El trabajo en grupo hizo el cambio
* Aún no exportan, pero con la miel que hoy día producen los y las apicultoras de Belén, en Rivas, ya no están en extrema pobreza. Sus ganancias, este año, podrían implicar los 18 mil córdobas, es decir tres veces más de lo que obtenían en los últimos tres años. El secreto: el trabajo comunitario y el apoyo de la Cooperación Alemana
Por Amparo Aguilera
Especiales
Extracción de miel
Son apicultores y apicultoras que no figuran en el Censo Nacional. Antes de 2008 no contaban con apoyo gubernamental ni extranjero, por lo que siempre se miraban en aprietos para ejercer la actividad.
Eso se reflejaba en pobres ingresos. “No llegábamos ni a los dos mil córdobas por año en la comunidad (Mata de Caña), fueron tiempos muy difíciles”, recuerda el actual vicepresidente de la Cadena de Miel del Suroeste de Rivas, Leónidas Ugarte.
Sin embargo, en 2008 la suerte les cambió, pues la Cooperación Alemana decidió apostar por el grupo. Esto implicó: trabajo comunitario y disposición para manejar técnicamente el oficio, según explica Marlen Landero Vargas, asesora local del Componente de Fomento de Competitividad en la Cooperación Alemana.
El donante se enfocó en Belén, en zonas como Mata de Caña, San Juan Viejo, las Mesas y San Marcos. Aunque paralelamente lo hizo en la Isla de Ometepe y Chacocente, ubicado entre el límite de Carazo y Rivas.
“Se determinó optar por una metodología basada en el fomento de toda la cadena y esto conllevaba la organización de los productores, asistir a capacitaciones, la dotación de equipos y articulaciones público-privadas, por ejemplo con la alcaldía y el Ministerio Agropecuario y Forestal (Magfor), donde hemos tenido mucho apoyo”, apunta Landero.
La apicultora María Cristina Nicoya, de 40 años y habitante de San Juan Viejo, dice que el “comienzo” no fue fácil. “Las personas tenemos un lado bueno y malo. Y no siempre podemos entendernos. Pero queríamos producir más miel y teníamos que aprender a compartir equipos y tareas, así empezamos y lo hemos venido logrando”, rememora.
En 2008 se conformó la Cadena, de la que hoy día sigue siendo parte Ugarte y que ya está al mando de una mujer: la apicultora Nelba Quirós. “Lograron visibilizarse”, destaca Landero. Pero no sólo eso “nos conocimos, porque antes yo no tenía idea de quiénes eran los apicultores de las comunidades cercanas, y a ellos les pasaba lo mismo,” subraya Ugarte.
Entre tanto, en San Juan Viejo, el grupo, conformado por cuatro mujeres y dos hombres, comenzaron a dividirse las tareas, al igual que el resto de apicultores de las zonas vinculadas al proyecto. Hecho que se preserva en la actualidad.
“Cada ocho días hacemos, en San Juan Viejo, revisiones generales a los dos apiarios que tenemos, tres van a uno y los otros tres al otro. Esto nos lleva como tres horas por día”, detalla.
Mientras en la época de pre- cosecha, es decir en diciembre, y en cosecha, de enero a marzo, las revisiones se hacen cada 15 días o al mes. “En esa temporada trabajamos seis horas y entre todos extraemos la miel”, comenta Nicoya.
Comparten extractor en las tres zonas
Ugarte, indica, que además comparten el extractor de miel de acero inoxidable en las comunidades.
“Cada comunidad la tiene entre tres y cuatro días. Y así nos vamos rotando. Cada quien comprende que todos tenemos derechos a su uso, y por eso nadie se molesta y ninguna de las comunidades puede tenerlo más tiempo que otra”, menciona.
Lo mismo pasa con las capacitaciones. “Todos nos rotamos para asistir a los talleres. Así que si uno va una, el otro va a otra, y luego multiplicamos lo que se aprende. De esto todos estamos pendientes, pues así todos mejoramos la calidad de la miel”, expone Nicoya.
Aparte de eso cuentan con la asistencia técnica del Magfor. El técnico de la entidad, en Rivas, Walter Vega, destaca que el segmento no sólo ha recibido talleres enfocados en el manejo de apiarios y abejas, sino también en contabilidad.
“Cada ocho días nosotros les damos seguimiento y acompañamiento. En esto ha sido vital la visión de la delegada departamental del Magfor, en Rivas, Juanita Rodríguez, quien ayuda incondicionalmente al sector. Los apicultores y apicultoras ya saben como detectar las enfermedades de las abejas, ya saben como tratar a las abejas y cómo incidir en las colmenas”, agrega.
La apicultora Marling Quintanilla Rodríguez, de 23 años, dice que los talleres le han “abierto los ojos” y le ha aumentado su autoestima. “Yo manejo mis colmenas sin miedo y con eso le doy de comer a mi familia. Además, ahora contabilizó todo. Antes no lo hacía. Hasta hace un año que me metí como apicultura comprendí la importancia de saber cuánto invierto y cuánto obtengo”, declara.
“Ahora--añade--yo apunto todo en un cuaderno. Y así sé por ejemplo que de las colmenas que administro he sacado (a la fecha) 30 litros de miel, a las que le puedo sacar unos 3,000 córdobas y eso ya sé que una parte, tal vez la mitad, lo voy a invertir en más equipos”.
Oficio también es familiar
Landero, en ese contexto plantea que el quehacer aparte de ser comunitario, es familiar. “Y esto trae ventajas y desventajas. La ventaja es que promueve grupos muy solidarios, a nivel de la comunidad y de la familia, de modo a la que a la hora del trabajo entre todos se ayudan, entre todos se apoyan”, reflexiona.
Pero “se tiene la desventaja” de que no se cuantifica ese apoyo. “Por eso al estimar los costos, sus operaciones salen muchísimo más baratas de lo que en realidad implican, y es así como terminan vendiendo la miel por debajo de su precio real. Entonces nosotros nos hemos enfocado en que contabilicen el trabajo de cada miembro para que no sigan perdiendo, y aún así la miel de los productores de Belén es más barata respecto a la que se vende en la capital”, señala la asesora.
Ugarte y Quirós concuerdan con Landero. “En la apicultura de Belén, usted va a encontrar apellidos repetitivos porque somos familias enteras las involucradas en la actividad. En mi caso, mi señora comenzó con las colmenas pero por la presión alta dejó de la actividad y yo con mis hijos la asumí, pero ahora sí cuantificamos todo y damos el litro de miel a 120 córdobas y a granel a 65 córdobas”, relata Ugarte.
Quirós, Presidenta de la Cadena, entre tanto cuenta que en la Cooperativa Dulce Miel, que también es parte de los apicultores beneficiados en Belén por la Cooperación Alemana, las mujeres comparten su labor con sus maridos, nueras, hijos y sobrinas.
“En mi caso lo hago con mi hermana, su esposo y mis sobrinas. Lo hacemos porque es rentable. Vale la pena. Eso sí hay que capacitarse, hay que invertir en mejores equipos, en el traje, en las colmenas y hay que trabajar con la comunidad”, resalta indicando que el litro de miel lo venden entre 100 y 120 córdobas.
Producción superará el 100%
La venta la hacen todos en el mercado interno. Unos venden en las mismas comunidades, otros en el mero Belén y otros en Rivas. Todavía no exportamos, contamos con el registro sanitario de la miel, y con la idea de producir más, pero esperamos hacerlo pronto, es uno de nuestros sueños”, relata Quirós.
Landero especifica, que a nivel de producción y cosecha la ganancia por litro de miel es de 0.60 centavos de dólar, un poco más de 13 córdobas.
La Cadena, de acuerdo con Ugarte, cuenta con 75 colmenas. “Tenemos, además, bandejas, laminadoras, extractores de acero inoxidable. Ahumadores (entre otros equipos) que nos permiten obtener una miel más pura y de mejor calidad”, reitera Ugarte.
Este año “a como vamos, creemos que vamos a ahorrarnos como 3,000 córdobas porque ya no vamos a comprar laminadoras en Mateare (Managua), gracias a Dios y a la Cooperación Alemana”, insiste.
Ugarte además, calcula que van a producir en estos meses 1,700 litros de miel. Es decir un 126.6% más de lo que cosecharon en 2010, año en el cual colocaron en el mercado local 750 litros del producto.
“La ganancia va a andar por los 18 mil córdobas y esto será el triple de lo que obtuvimos entre 2008 y 2010. En esos años las utilidades fueron, por año, de 6,000 córdobas. Vamos bien”, advierte.
El dinero que ganan se lo reparten, en partes igualitarias en comunidades como San Juan Viejo. Pero hay apicultores que trabajan sus colmenas de forma individual, como es el caso del mismo Ugarte y de las apicultoras de Dulce Miel. “Aquí (en Belén) nadie pierde, de alguna manera todos ganamos”, asegura Quirós.
En ese sentido la apicultora expone que en términos de ventas van avanzando. Por eso el reto que tienen por delante es el de conseguir más envases para el producto y un centro de acopio. “Estamos entusiasmados, creemos que si seguimos unidos vamos a lograrlo”, puntualiza la productora de miel.
Hay cuido ambiental
El vicepresidente de la Cadena de Miel del Suroeste de Rivas, Leónidas Ugarte, indica que con la apicultura están cuidando el medio ambiente. “Estamos protegiendo el río de la zona. Así como 450 hectáreas (equivalentes a 630 manzanas) de bosque y esto hace incluso que nuestra miel sea más orgánica que otra cosa”, sostiene.
Por eso tampoco pasan inadvertidos. Hoy la Cadena descrita es parte de la Comisión Nacional Apícola.
“Hemos logrado sillas allí, Nelba Quirós tiene la tesorería y yo la Comisión de Sanidad Apícola, así que en Nicaragua ya nos notan más y todo gracias a la organización, al trabajo comunitario, al acompañamiento del Magfor y a la confianza que ha tenido en nosotros la Cooperación Alemana, sin ellos nuestro sueño de vivir de la apicultura no se hubiera hecho realidad”, advierte Ugarte.
Un oficio ajetreado
Producir miel no es fácil. Establecer y dividir las colmenas es un trabajo que implica horas de dedicación. A algunos les lleva hasta un año o más. En ese oficio hasta usar el traje protector es necesario para revisar los apiarios, implica experiencia, aparte de soportar mucho calor. Cuando se lleva el traje, por otro lado, no se puede usar crema humectante en la piel, porque eso atrae a las abejas.
Las personas, tampoco pueden ir nerviosas al apiario. “Porque las abejas lo sienten, se le acercan y los pueden picar. Deben ir al apiario relajados, calmados”, explica Uriel Ugarte, hijo del apicultor Leónidas Ugarte.
Estando en el apiario, si es su primera vez, no debe ubicarse enfrente de las colmenas. “Por seguridad deben colocarse un poquitito lejos y con los ahumadores cerca”, indican los apicultores. Los ahumadores expelen humo aromatizado, en el caso de los apiarios de Belén, pues se producen con brasas, ramas viejas de árboles, eucalipto, orégano o zacate de limón.
La experiencia vale la pena. En los apiarios no sólo es posible identificar la abeja reina, las obreras y los zánganos. Sino también se logra apreciar el trabajo “en equipo” que estas realizan.
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