lunes, 15 de agosto de 2011

Apicultura en México

lunes 15 de agosto de 2011
http://www.noticiasnet.mx/portal/principal/59423-miel-oro-amarillo

Miel, oro amarillo


MIEL, ORO AMARILLO
Textos: Wim Gijsbers, edición 216 del suplemento de Ecología y Desarrollo en: Noticias, Voz e Imagen de Oaxaca, viernes 12 de agosto del 2011. En colaboración con el Corredor Biológico Mesoamericano México

LAS ORQUÍDEAS DE CALAKMUL
Juntas con tres amigas, María de Jesús, Graciela, Lorenza, Floridalma y Sara empezaron a producir miel, propolio y cosméticos en 2004. Los propios esposos les dieron un empujón, aunque se trata de una tradición productiva en que pocas mujeres han tenido un papel. Ahora, el grupo ‘Orquídeas de Calakmul’ dispone de 130 colmenas. Opinan que un efecto importante de la apicultura es la preservación del medio ambiente, porque para esta producción no se tumba nada y no se tolera nada de tóxicos.
Sin embargo, las mujeres están preocupadas. Bajó la producción por el frío. De hecho, desde el 2009 “es para llorar”. Y no por falta de experiencia, porque las mujeres saben cómo manejar colmenas. “Lo hemos visto con nuestros esposos y suegros. Además ellos ayudan a castrar.” Cuando ven mi cara de susto, se ríen: “Significa cosechar miel”.
Las ocho mujeres están trabajando en los apiarios. Tuvieron capacitación tanto en el manejo de las colmenas como en la preparación de cosméticas. “Cualquiera de nosotras sabe explicar cómo es el proceso. Al principio no todas querían, aunque los esposos nunca negaron su apoyo. Al contrario, nos dieron el primer curso.” Desde 2008, la Reserva –como popularmente se conoce aquí la dirección de la Reserva de la Biosfera de Calakmul- apoya con los cosméticos. En 2009 también entró el Corredor Biológico Mesoamericano México (CBMM) e invitó al grupo a capacitar a mujeres en Mancolona, comunidad que pertenece al mismo municipio de Calakmul pero que está a unos 100 kilómetros hacia el noreste. De esta manera, el Corredor promueve el apoyo mutuo entre el mismo campesinado.
La miel es un producto de suma importancia para este municipio extenso en el sur de Campeche. Genera un ingreso anual de más de 50 millones de pesos, con 18 mil colmenas, que cosechan un total de 200 toneladas. Para las ‘Orquídeas’ se trata de un extra importante. Todas son amas de casa, sin ingresos. Venden miel en panal y cosméticos hechos en base de miel. Además, hay venta por tambo de 300 kilos que los coyotes compran en $25/kilo. Ahí está el dilema, porque ellos pagan parejo para miel orgánica y convencional. Esto no les conviene, admiten las mujeres: “Ubicamos las colmenas donde no hay chilares o maíz, cultivos que usan químicos. Aquí en el ejido de Santa Lucía no hay problema, pero sí nos ha perjudicado la tala de árboles en un ejido cercano, donde llegan sus abejas a recoger su néctar. Nos cuesta producir orgánicamente, porque tenemos que hacer nuestra propia cera, con puro material natural. También el timol (una medicina) es natural y el ajo da buenos resultados. No usamos ningún químico autorizado por SAGARPA. Tampoco nuestros esposos los aplican para sus milpas, para que la miel salga limpia.”

MEXICO, TERCER EXPORTADOR MUNDIAL



Entre 2000 y 2008, México produjo anualmente unos 57 mil toneladas de miel y 2.2 mil de cera. El record fue en 2008: 59.7 mil toneladas, en 2009 bajó a 52.8 mil. La inestabilidad en la floración genera retraso en la cosecha, que en Yucatán termina con las lluvias. En el Altiplano y en el Norte las cosechas se llevan a cabo entre septiembre y noviembre.
La apicultura genera miel, polen, jalea real y propóleos, con productos derivados como son aderezos, vinos, champús, tónicas, jarabes, cremas, pomadas y concentrados proteicos. Se ocupa la miel en la fabricación de cosméticos, de dulces e incluso en la industria de tabaco. La apicultura en el Norte se enfoca en la polinización como actividad comercial en beneficio de los cultivos hortícolas y frutícolas. En el 2000, el valor comercial nacional de la miel y de la cera fue de 1076 millones de pesos; en 2008 subió a 1515 millones.

  • México 3º exportador mundial de miel.
  • Producción nacional: 57 mil toneladas;
  • 41 mil apicultores.
  • En la Península 35% de la producción y 40% de las colmenas.

En el 2008 había 41 mil apicultores en México, con un total de 1.8 millones de colmenas. En 2000 había 2 millones. En 139 países se producen anualmente 1.5 millones de toneladas de miel. México ocupa el 6º lugar (4%), después de China (24.5%), Turquía (5.4), Argentina (5.4), Ucrania (5) y Estados Unidos (4.9).
Argentina encabeza los países exportadores con 19.5%, seguido por China (15.9%) y México (7.5%). El 55% de las exportaciones mexicanas va a Alemania. El Tratado de Libre Comercio Unión Europea-México da una cuota preferencial de 30 mil toneladas de miel mexicana. Coincide con toda la exportación en 2008, por un valor de 83.87 millones de dólares.
EEUU es el país que importa más (25%), seguido por Alemania (22%) y Japón (9%). La Unión Europea importa 52% del total. Los que más consumen son los habitantes de Nueva Zelanda: 1.9 kilo per cápita al año. Un mexicano sólo consume 314 gramos.
La miel orgánica paga un 30% mejor que la convencional. En 2008, en México se cosecharon 701 toneladas de miel orgánica. Destacan en este sector la Península de Yucatán, Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Jalisco y Zacatecas. La producción orgánica mundial es de 6500 toneladas. El Comercio Justo ocupa 1600 toneladas al año.
(Fuente: Claridades Agropecuarias, SAGARPA, marzo 2010)



LA SOCIEDAD PERFECTA
La sociedad de las abejas está perfectamente organizada. Aprovecha la habilidad de cada una de ellas para seleccionar las mejores flores, de donde recogen néctares, mismos que mezclan con sus secreciones y depositan gota a gota en celdillas hexagonales de cera –panales- construidas por ellas mismas, para transformar los néctares y secreciones en miel.
Cada abeja tiene una función: Hay obreras, una reina y zánganos (machos). Las obreras recién nacidas se encargan de alimentar a las larvas, ventilan la colmena con la agitación de sus alas, cuando ya pueden volar traen agua y, más tarde, néctar y polen. Los zánganos fecundan a la reina, que es la única que puede poner huevos. Ella está a cargo de la reproducción y de toda la colmena.
Desde la antigüedad, el hombre ha estudiado la organización de las abejas. Desarrolló una manera de aprovecharlas, guardando reservas para ellas y extrayendo la miel excedente sin destruir su hogar. A esta técnica se le llama apicultura. Los apicultores generan beneficios importantes si respetan el proceso de las abejas. Ellas trabajan generosamente, con esmero, limpieza y con un objetivo común: la producción de miel, un alimento perfecto que da fuerza a millones de seres y mejora la vida en el planeta. Las abejas polinizan y fortalecen la biodiversidad. Gracias a ellas se reproducen millones de especies.
Las mieles son diferentes unas de otras, según el tipo de néctar y la flor de origen. Por eso tienen diferentes sabores, olores, colores y consistencia. México tiene una extensa variedad de flores melíferas silvestres de las que se obtienen distintas mieles, algunas cremosas, otras líquidas, de blanco al ámbar oscuro. La caracterización de las mieles puede ser muy compleja si además tomamos en cuenta la cultura, sitio de procedencia, manejo y la forma particular de producción. No es lo mismo producir al lado de una autopista o de una agroindustria que en medio de una selva.
La comercialización de la miel se realiza a través de hasta cuatro intermediarios antes de salir del país. Esta situación repercute en un precio bajo al apicultor cuya producción empieza a ser rentable a partir de 1200 kilogramos anuales. Esta es en la Península la cosecha promedia de 35 colmenas. Con ella, en 2006, el apicultor sólo ganó neto 314 pesos al mes, insuficiente para estimular su producción. Por lo mismo, casi todos los apicultores también son agricultores.
Para agregar valor al producto, se han intentado diferentes caminos: el envasado de la miel, certificación orgánica, mercado justo, entre otros. La vía más eficaz para comercializar la miel es la organización y su cliente idóneo es el mercado justo europeo. También se puede agregar valor produciendo miel orgánica y diferenciándola por la floración de origen. Estas alternativas están al alcance de los productores.
Miel orgánica se obtiene mediante técnicas que garantizan la inocuidad (pureza) y es producida en zonas donde el impacto ambiental es mínimo: Las abejas beben agua de manantiales y arroyos limpios. Se alimentan de flores silvestres o de cultivos orgánicos, certificados, fuera de áreas urbanas, agricultura convencional o zonas ganaderas cuyos agroquímicos o medicamentos pudieran contaminar la miel. Los tratamientos aplicados para el control de enfermedades son naturales; las colmenas se alimentan con miel y no con preparados sintéticos, azúcar o cualquier otro tipo de alimento no natural que puede dañar la salud de las abejas o contaminar la miel.
La miel es orgánica por naturaleza, pero se contamina fácilmente por un mal manejo o por la presencia de agroquímicos. Proviene de la abeja del genero Apis, específicamente la Apis mellifera. La norma europea considera la miel de melipona como otro producto. Sin embargo se trata de miel de abejas autóctonas. Su composición es alta en contenido y diversidad de polen, y se le atribuyen propiedades medicinales.
(Fuente: “Mieles diferenciadas de la Península de Yucatán y su mercado” de Luís Enrique de Jesús Castañón Chavarría (CBMM, 2009)

“La apicultura es quizás el instrumento más eficaz para rescatar las selvas de la península: estimula la reforestación y al mismo tiempo la producción orgánica en la agricultura.”
(Luís Enrique de Jesús Castañón Chavarría)


“NO SOBREVIVIMOS SIN ABEJAS”
La apicultura mantiene una estrecha dependencia con las condiciones climáticas. Lo anterior lo demostraron los huracanes Wilma (2005) y Dean (2007) que devastaron gran parte de la selva en la Península y que generaron mucha incertidumbre entre los productores. Explica Manuel Suárez, médico veterinario zootécnico y apicultor: “Han afectado tanto la agricultura como la apicultura, generando un círculo vicioso en la naturaleza. La agricultura y el medio ambiente en general necesitan la apicultura para que se restaure más pronto, tomando en cuenta que las abejas polinizan al 85% de todas las especies vegetales.”
Desde la prehistoria se menciona la presencia de las abejas. En España hay datos desde hace 10 mil años, y en los códices de los mayas las abejas también tienen un papel importante. Sin embargo, la apicultura como la conocemos en México data apenas de 1911, con la importación de abejas europeas. Poca gente sabe que México tiene 46 especies indígenas de meliponas y trigonas, que hasta la fecha se crían en jobones (troncos) rústicos, con una baja producción, pero alto valor nutritivo y curativo. Lo curioso es que las abejas importadas, los apis, no se cruzan con las meliponas.

  • Polinizado 85% de las especies vegetales
  • 46 abejas indígenas en México
  • Cada dólar en la apicultura genera 15 en la agricultura

De acuerdo al médico veterinario que ha trabajado en todo Oaxaca, los usos y la productividad dependen mucho de cada región, de los climas, y del desarrollo tecnológico. “Dentro del estado vemos contrastes fuertes entre los cien kilos que produce una colmena en la región mixteca de Putla, contra los 14 kilos en la Mazateca. En Coahuila se llega a 105 kilos, aunque se ocupan las abejas más para la polinización en la horticultura y citricultura. Esta función no se expresa en valores económicos, pero la FAO ha calculado que cada dólar en la apicultura genera 15 en la agricultura.”
Las diferencias en producción ya empiezan con las colmenas, entre las rústicas y tecnificadas. Cualquier caja en que se meten las abejas es una colmena. En las tecnificadas se cambian las reinas de preferencia cada año, se capacitan los apicultores y se usan instrumentos que faciliten el manejo. Manuel Suárez: “La mayoría de los apicultores en el sur y sudeste siguen siendo los marginados de los marginados. El desarrollo de la apicultura va en sentido contrario. Hay menos colmenas ahora en México que hace diez años. Y todo va en el lomo, falta mucha infraestructura.”
La forma superior de la apicultura es la trashumante: Cambia de lugar de acuerdo a las floraciones, por ejemplo entre costa y sierra. Así se aprovechan mejor las temporadas y las abejas escogen, porque hay flores que producen más polen, otras más néctar. Manuel: “Esta forma ocurre más en Puebla, Veracruz y en el Norte. Ahí la infraestructura facilita el transporte. En Oaxaca hay 2 o 3 cosechas al año y un apicultor con menos que 50 colmenas sólo produce para su propio consumo. Con el sistema trashumante se logran hasta 13 cosechas.”
Menciona dos ejemplos de mal uso de la agricultura que afecta a las abejas. Primero el caso de los mangueros en el Istmo del estado, donde bajo auspicio de SAGARPA se están fumigando los mangos con pesticidas desde avionetas, con el resultado de abejas intoxicadas. El otro ejemplo viene de Alemania, país que consume el 40% de toda la miel orgánica del mundo. “Allá, un grupo de apicultores está demandando a la transnacional Monsanto, que tiene permiso de experimentar con girasoles transgénicos. Estos generan un hongo que afecta a los apis. En algunas zonas está matando al 50-80% de las colonias.”
¿Son apicultores ecologistas? El médico contesta con un contundente ‘si’. “Es una cultura, un modo de vivir. La apicultura necesita un ambiente no perturbado, con especies endémicas de flora. A un apicultor le convienen recursos naturales abundantes. Incluso, estudios indican que sin la apicultura, la agricultura y la humanidad no pueden sobrevivir más que cuatro años.”


ENEMIGOS NATURALES
“Hay una mosca que entra en el nido y pone huevecillos. En dos días ya son gusanos, que comen la cría. Acaban con la colmena. Cuando la abeja trae alguna miel sospechosa, la guardiana no la deja entrar. Si se amontonan las abejas en la entrada, sabemos que algo está pasando. Las abejas se alejan, regresan, pero la guardiana no las deja entrar. Cuando detectamos un peligro y abrimos el tronco, nos atacan, aunque sus aguijones no pican. Si el boquetito queda grande, con la cera lo están haciendo más angosto. Es una manera de protegerse. La centinela (guardiana) no deja entrar a nadie que no sea de la casa. Otros enemigos son pájaros, lagartijas y hormigas. Son vulnerables, entonces cuidamos su espacio.”
(Las mujeres de Koolel Kab)


APICULTORES ORÁNICOS, LA NUEVA BANDERITA
Hace poco, el municipio de Calakmul declaró la apicultura como prioridad número uno. Sólo en este municipio se produce casi el 30% de toda la miel orgánica del país.
Con justa razón, Porfirio Uribe opina que la apicultura en Campeche es ‘la banderita del gobierno’. Qué más podría desear un gobierno, y más aún en zonas que ello mismo trata de conservar. Todos los apicultores –convencionales y orgánicos- respetan las normas de inocuidad: Libre de químicos. Con la apicultura se está recuperando la selva, aunque las colmenas son de maderas locales. “Vamos a experimentar con las de plástico reciclado”, cuenta el productor.
De las 18 mil colmenas en Calakmul, 8 mil están con los compañeros de Juan Gallegos y Porfirio Uribe, que producen 200 toneladas de miel orgánica anualmente. Tienen que cuidar bien su propio ambiente, porque sólo puede ser orgánico si está mínimo a tres kilómetros de distancia de la carretera más cercana y de agricultura convencional. Pero están orgullosos: en el 2010, la apicultura ha sido declarada prioridad económica de este extenso municipio. Es un reconocimiento más allá del estricto valor económico.
Su organización “Apicultores Orgánicos del Oeste de Calakmul” tiene 224 socios en 18 comunidades. Pretende que cada comunidad tenga su centro de procesamiento y sepa cambiar las reinas. Con este cuidado evitan la migración de las abejas. Pero, consideran, aun no hay políticas claras, que detonen un desarrollo permanente, no hay continuidad de proyectos, los tiempos del ejecutivo son diferentes a los de la base y “seguimos siendo esclavos de los coyotes”.
La historia de Juan Gallegos, un hombre de unos sesenta años de edad, es curiosa. Originario de Tabasco, siempre ha sido ganadero. Pero en Campeche se dio cuenta que ni con cualquier extensión de tierra, la ganadería tiene mucho que ofrecer. Y para la riqueza biológica de la Península es una amenaza. Nunca se ha arrepentido de cambiar su modo de producción. Está fascinado por las poblaciones de las colmenas. “Están mucho mejor organizadas que nosotros”, opina. “Están unidas y disciplinadas, sin ser esclavos. Además, las abejas meliponas producen miel medicinal. Unas gotitas de esta miel hacen milagros con la carnosidad en el ojo.”
Don Juan y su esposa viven en Becan, en la orilla de la carretera que cruza el sur de la Península. Doña Mabel está iniciando un grupo de mujeres productoras, que se dedicarán a la apicultura melipona, asesoradas por las mujeres de Ich Eck, Hopelchen, consideradas expertas en este sector tanto novedoso como tradicional. Juan: “Con la tierra tan pobre, la apicultura es una buena alternativa. La selva nos ofrece una miel multifloral. Por eso dejamos la agricultura convencional. Ahora, el ejido está apartando tierras para la conservación.”
“Como productores orgánicos somos el segundo grupo en la Península”, explica Porfirio. “Pero en comparación con Oaxaca y Chiapas estamos rezagados. Cuando anunciamos que nuestra miel era orgánica, el gobierno lo agarró como su banderita. Estamos construyendo centros procesadores en cada comunidad y les estamos enseñando cómo hacer el negocio de la miel. Queremos exportar a Europa el año que entra.”
Están haciendo el primer apiario ecológico en México, con cajas de basura reciclada. Las que usan ahora son hechas de madera de árboles de la región. De un árbol se sacan diez colmenas. Al año consumen 15-20 mil cajas. Porfirio: “Ningún programa gubernamental restituye esta madera. Estamos contratando una empresa que está reciclando polietileno de bolsas y otros plásticos. Se trata de polietileno de alta densidad, entonces su proceso es muy depurador. No está peleada una cosa con la otra, aunque se oye mal. Tenemos que medir el calor y la reacción de las abejas. Sabemos que hay un proceso que contamina, pero dejamos de tumbar árboles y estamos reciclando basura. Estamos regresando a la sociedad algo que ya se ha usado. Lo vamos a probar. El mejor estudio es que el apicultor lo adopte. No somos científicos, sino de sentido común: que nos sirva.”
En Calakmul, con una población de 27 mil habitantes, hay 800 apicultores. Los 224 productores orgánicos cosechan la mitad de la miel. Están tratando de empatar los tiempos con las necesidades del apicultor. Porfirio: “El gobierno va un paso atrás. Acabo de recibir una llamada suya de que llegó el timol, una medicina natural. ¡Era para el año pasado! Dejamos muchas colonias sin curar. Esperamos que el gobierno se meta, porque somos una industria limpia, que genera divisas para Campeche.”

Calakmul:
  • 27 mil habitantes
  • 800 apicultores
  • 224 productores orgánicos
Continúa: “Estamos elaborando un megaproyecto para todos que se dedican a la apicultura. No va a funcionar en Yucatán porque tiene mucha producción en naranjas y chiles habaneros con agroquímicos. No tiene montaña (selva). ¿Qué van a rescatar? Aquí todavía tenemos mucha vegetación. Hay que mezclar la política pública con el desarrollo. Hay ejidos que reforestan mucho, como la Mancolona. Ahora están apostando a la apicultura. Lo hemos logrado los que trabajamos en ella. Tenemos una floración tan especial catalogada como de las mejores del mundo. Los alemanes usan nuestra miel como base para otras, por su sabor, color y olor.”
Juan y Porfirio aprecian la sensibilidad que el Corredor Biológico y CONANP han mostrado para estimular la apicultura, pero piden seguimiento hasta que el grupo logre ser autónomo. “El Corredor tiene poco techo financiero, pero juntos formamos un buen equipo. Ya sabemos hacía dónde vamos, ya sabemos tocar puertas, entonces no les pedimos que nos adopten. Con ‘nosotros’ queremos decir todos los que estén interesados en trabajar. La mayoría de los productores sigue siendo esclavo de los coyotes, marginados de cualquier apoyo y dependiendo de políticas no claras. Somos de los primeros municipios ecológicos al nivel nacional, somos Patrimonio Cultural de la Humanidad, tenemos la Reserva más grande del país, pero estamos entre los municipios más jodidos del país. Con tanta riqueza natural deberíamos sentirnos multimillonarios.”

“Somos de los primeros municipios ecológicos en México, somos Patrimonio Cultural de la Humanidad, pero estamos entre los más jodidos del país.”
(Juan Gallegos y Porfirio Uribe, apicultores)


Abejas meliponas en Oaxaca
Alfredo Contreras está asesorando a los chinantecos de Santo Tomás Texas, en el norte de Oaxaca. Su proyecto de meliponicultura forma parte de la estrategia de desarrollo de la asociación civil CAMPO en una región tropical que siempre ha producido y consumido miel.
Iniciaron con cinco troncos de abejas. Han estado monitoreando el meliponario desde entonces, lo que ha servido para que otras comunidades como replicaran el modelo.
Las dependencias no quieren invertir en la meliponicultura, porque no está regulada como la apicultura y carece de marco legal. Con recursos propios CAMPO y Alfredo han logrado que cada vez más personas se interesen en estas abejas nativas.
La meliponicultura se refiere a la cría y manejo de abejas sin aguijón. Existen unas 300 especies de abejas sin aguijón en América Latina. Algunas regiones tienen una importante tradición en meliponicultura, como son la península de Yucatán, el Nordeste de Brasil y Mesoamérica, en donde parte de los saberes tradicionales se han conservado junto con las poblaciones de abejas, a pesar de factores culturales, ambientales y económicos adversos.
La meliponicultura es importante para polinizar cultivos. Con eso se mejora la calidad de los frutos e incrementa la producción. Las abejas sin aguijón cuentan con diversas ventajas que las hacen deseables para su uso en polinización de cultivos, por ejemplo: a) su capacidad de forrajear bajo condiciones de invernadero sin representar riesgos para los operarios; b) las reinas fecundadas no pueden volar, entonces no migran cuando hay una condición ambiental adversa o una amenaza, como hacen las abejas africanas, y c) son resistentes a parásitos y enfermedades que atacan a Apis melífera.


BAJO TECHO
Para sus abejas meliponas, los mayas no usan colmenas, sino troncos huecos de árboles, llamados jobones. “Antes, las abejas vivían en una colmena colgada bajo el techo. El año pasado, muchos apicultores (de los Apis) perdieron sus abejas por el frío. Nosotras menos. Bajo techo, el frio y las lluvias no pegan directo. Además, con frío y sin sol, las abejitas no salen a trabajar. Por eso se llaman Shuna’an Kab, damas que se cuidan. Otra ventaja es que les alimentamos en esas épocas. Sacamos poco polen, sólo para el gasto de la familia. Lo demás, lo usan para su auto-consumo. Muchos apicultores dan azúcar, pero ellas no la aceptan. Atrae plaga y sólo da energía, no es nutritiva. El polen que ellas meten es puro pulpo de fruta.”
(Mujeres de Koolel Kab)

En el origen de todo, el Dios de la Miel descendió del cielo para traer las Xuna’an Kab al mundo. Al principio ellas buscaban sus nidos en los troncos de los árboles. Son las meliponas, las abejas indígenas de América, conocidas como abejas sin aguijón.

DAMAS DE LA MIEL
Seis mujeres mayas en Ich Eck, municipio de Hopelchén, buscan el rescate cultural. Producen miel de la abeja nativa conocida en la Península como Xuna’an Kab: Damas de la Miel. Ya aparecieron en los códigos mayas. Han enfrentado la tumba de montes altos, las quemas sin control, las sequías cada vez más prolongadas y el abuso de químicos. Están en peligro de extinción, pero han sobrevivido. Cuentan María del Socorro Pech Moo, Leidi Araceli Pech Martín, Carmela Pech Ku, María Enelda Uitz Caamal su historia como Koolel Kab: Mujeres Que Trabajan Con Abejas”:
“Hace 16 años, todas éramos amas de casa que buscaban un reto. Algo que tenía que ver con la cultura maya, pero no algo típico como el bordado. Vino EDUCE a trabajar aquí en Campeche, con hombres y abejas y hablaba de lo orgánico. Quería hacer algo con mujeres. Decidimos trabajar con abejas, pero con las nuestras, las que se estaban perdiendo. Las conocíamos, porque nuestros abuelos las tenían.
Iniciamos con 12 mujeres, sin dinero. El gobierno no sabía nada de meliponas, ni le interesaban. Los primeros años estábamos encubando la idea. Mientras cultivamos hortalizas en nuestros patios. El pretexto era estar juntas. Turnamos las reuniones en cada casa, pero a veces se necesitaba dinero para una salida, entonces pusimos una multa de cinco pesos a las que llegaban tarde a una reunión. El presidente municipal de Hopelchén nos dio transporte, si nosotras pusiéramos el combustible. Pronto nos dimos cuenta que iba a ser un proceso largo. Las salidas complicaron nuestra vida, porque las mujeres mayas no suelen salir. A veces no nos dan permiso. Los primeros cinco años eran como un filtro para saber quiénes realmente querían. En Yucatán encontramos los primeros jobones, que nos vendieron unos ancianos. Nos vendieron siete, uno para cada quien que habíamos quedado. Llegamos a casa con nuestras abejitas, felices, cada quien con su tronco para sentirse responsable. Empezamos a reproducir. Ya habíamos hablado con los abuelitos, pero, claro, cometimos errores.
Los esposos decían que éramos locas y que las abejas no se iban a adaptar, porque eran de monte alto. Aunque cada quien las tenía en su casa, nos apoyábamos mutuamente con la producción. Buscamos apoyo, pero no había para mujeres en una actividad tan desconocida. No nos desanimamos, por suerte. EDUCE nos capacitó para que nos organizáramos y unos tallercitos sobre los derechos de la mujer y la auto-estima. Nos costó tomarlos, porque eran durante las mañanas. Sin embargo, nos aferramos a participar. Así, cada organización tiene su historia: Los reclamos dentro de la familia, lágrimas, las críticas que ‘no teníamos maridos que cuidar’.
Poco a poco cosechamos algo de miel. Buscamos frascos de alimentos para bebés y los re-usamos. Era difícil de convencer a los vecinos consumirla, porque su color y sabor son diferentes. Pensamos producir jabones de miel, trajimos trastes de nuestras casas y comenzó el sueño de un taller propio. Con lo poco que vendimos, invertimos. Compartimos y convivimos. EDUCE ayudó con los empaques y finalmente salieron los primeros productos.
Y de repente –en el 2000- los hombres nos dejaron dos de sus lugares para que participáramos en una feria en Mérida. Ahí, el delegado de FONAES nos invitó a mandarle un proyecto. Mientras, continuamos con nuestro cochinito, cada semana cooperamos con diez pesitos.
Hablamos con el ejido, porque necesitábamos un local. Y sí, pero en las afueras del pueblo, donde no llegaba agua ni luz. Buscábamos un local a donde llega la gente, entonces no. Dijo una compañera ‘¿Por qué no compramos?’ Sabía de una señora que quería vender. Llevamos nuestro cochinito, platicamos y platicamos, y a media noche firmamos en un cuaderno el recibo por el pago de su terreno. Quedamos en ceros, pero con terreno. Cada quien llevaba una silla, llegaban mujeres que querían nuestros productos y una francesa nos llevó a un hotel en Uxmal, a unos 70 kilómetros de aquí. Llevamos nuestro producto sin empaque, no dijeron ni sí, ni no, y al año vino una representante del hotel a pedirnos jabones. Justo después del huracán Isidoro (2002). La señora ofreció un convenio por 12 mil pesos. No teníamos la capacidad productiva aun y se nos estaba cayendo la casita de paja. Pero era la oportunidad de nuestra vida, entonces aceptamos. Trabajamos día y noche. El Fondo Canadá nos donó para el techo, el municipio dio un préstamo y el albañil aceptó su sueldo en abonos. Hasta la fecha no tenemos ingresos, pero pagamos el préstamo, seguimos trabajando y participamos en ferias.
Fue un relajo porque a veces salimos hasta ocho días de nuestras casas. Todas, porque todas tenemos que aprender. Y siempre de dos, porque teníamos miedo. Doña Enelda se peleó con su esposo. Sin embargo, lo superaron y ella marcó su posición. Nos fortalecemos mutuamente y ahora nos tratan de manera distinta. Es que siempre actuamos como grupo, nunca solas. Los señores ayudan, pero no se meten en la toma de decisiones. Ya no pedimos permiso para salir, sino avisamos. Y cuando solicitamos el terreno, fuimos a la asamblea.
Tenemos productos de la región, que se estaban perdiendo y que permitieron que nos abriéramos. E hicimos ejercicios para ver si compartíamos sueños. Queríamos ver si se podría renovar un producto nativo. Las instituciones están apoyando más, pero donde están fallando es en la comercialización. Topamos con trámites burocráticos y legales que nadie sabía manejar. Pero ya conocemos los caminos. Contratamos un despacho y el Corredor Biológico llevó nuestros productos a un evento importante en la Riviera Maya. Además, está estimulando a otros grupos de mujeres en Campeche a dedicarse a las abejas meliponas.
Empezamos con siete jobones, ahora tenemos ochenta, y con productos curativos. La base que nos mueve es la miel, y la miel cura. Hay una valoración de nuestro producto acá, aunque más desde fuera. Tenemos clientes de distintas partes y damos talleres en escuelas. Han venido estudiantes de Morelos e Hidalgo. Lo que llama la atención es que vienen muchos yucatecos, y los campechanos ¿qué? En la universidad de Campeche explicamos el proceso e invitamos a estudiantes a venir acá. Nadie quiso.
El ejido tiene 3 mil hectáreas de área protegida. Entró en un programa de servicios ambientales. Hicieron talleres, un diagnóstico, con caminatas por el monte. Ahora se dan cuenta de la importancia de las abejas, como algo propio de aquí, que genera ingresos. Entonces, cuando solicitamos terreno ahí, no dudaron de ceder dos hectáreas. Siempre ha sido una discusión en el ejido esto de la cacería, la tumba de árboles, la quema de monte. Ahora había un pretexto para poner reglas.
Por su lado, el Corredor Biológico nos invitó a capacitar a mujeres en Calakmul. Les hemos contado lo que hemos vivido como grupo, porque de nada sirve decirles que van a trabajar como grupo, si mañana por un peso se van a pelear. La bronca no son las abejitas, pero el proceso como grupo. El gobierno da dinero para formar grupos, pero nadie les habla de este proceso. Y sin cariño no tendrá sentido.
No vivimos de las abejas. Sólo es una ayuda para una enfermedad, un ahorro. Tampoco tenemos tanta producción, porque un jobón genera poco. Sin embargo, para nosotros es importante cuidar y conservar, no reforestar, porque cuando se habla de eso, pensamos en plantaciones de teca, especies introducidas. Nuestra gente tiene miedo a la palabra ‘reforestar’, porque para plantaciones se tumba mucha montaña.”

Dirección de Koolel Kab:
  • Domicilio Conocido en Ich Eck, Hopelchén, Campeche, cp 24603,
  • cel. (045) 996.105.3005; koolelkab@gmail.com

PARTE DE LA FAMILIA
“Estamos cuidando a estas abejitas, como ellas también nos cuidan. Nos queremos y nos conocemos. Son parte de la familia.”
(Leidi Pech)
Multimedia: 
















No hay comentarios:

Publicar un comentario