sábado, 3 de diciembre de 2016

Argentina. Santa Fe. Mejoramiento genético para la apicultura de Rafaela y la región

sábado 3 de diciembre de 2016
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Bandera de Argentina


Mejoramiento genético para la apicultura de Rafaela y la región01-12-2016

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Por Elida Thiery - La producción en Rafaela y la región es absolutamente diversa y en muchos de los casos, sirve de modelo, más allá de todo lo que aún resta por recorrer. La apicultura es uno de esos ejemplos.
Dos kilómetros más allá del ingreso a Susana, sobre la Ruta 34, la Cabaña Apícola Vaudagna muestra una de las tareas más artesanales que conserva la producción en el campo. Con una cava recuperada que registra a las napas altas, da un marco especial, las colmenas la rodean y el zumbido de miles de abejas nos meten en una atmósfera especial, donde la admiración por la organización y la tarea de estos insectos sólo genera un respeto que se intercambia mutuamente.
Ataviado con la protección correspondiente aparece entre apiarios y árboles Enrique Vaudagna, el hombre que hace más de 15 años decidió dedicarse por completo a esta actividad y en definitiva, transformarse en un modelo productivo completo en toda la región.
Como referente junto a su hijo, Cristian, participan activamente en la organización de la actividad, a nivel local, regional, pero también como parte del ProApi del INTA, a nivel nacional.
«Como la base de la apicultura es la abeja, en un análisis empresarial concluimos que teníamos que tener a las mejores abejas. Más allá que la sala de extracción de miel tiene que tener sus condiciones, establecidas por Senasa, por ejemplo, avanzamos y fuimos creciendo, multiplicándonos». Enrique recuerda que en el inicio se manejaban con genética de la provincia de Buenos Aires, a la que fueron incorporando diferentes líneas genéticas a través de las reinas madre, para desarrollar un fenotipo regional que mejor se exprese y a partir de ello se multiplican, gracias al material al que pueden acceder por pertenecer a la red del ProApi, con un ida y vuelta que enriquece al sistema productivo. En la sinergia del material previo y el incorporado, no duda en manifestar «estamos logrando una abeja muy linda», que es en definitiva todo lo que se está expandiendo en la región, ya que la venta de genética es un agregado al negocio de la venta de miel tradicional. «De alguna manera, nosotros somos benefactores de la apicultura, porque estamos dando abejas poco defensivas y altamente productivas, que conviven con el resto de las actividades agropecuarias. Por lo tanto, quien aplica buena genética mejora su eficiencia, con mayor rendimiento, menor consumo de alimentación, mayor resistencia climática, mayor prolificidad» y aquí se da el esquema de retorno y beneficio para la actividad.
Con cálculos de sustentabilidad que no está reglamentado para la instalación de colmenas en los campos, e incluso el ingreso desde otras provincias a Santa Fe, se debe trabajar éticamente para trabajar en réplicas en cuanto a la polinización de los lotes, pero también en el control de enfermedades en las colmenas. «Ya no se utilizan más apiarios de más de 60 colmenas, son más chicos, porque al haberse transformado la vegetación, por la sojización que hizo un desierto verde, la abeja tiene muchos menos recursos naturales y es por eso que los apiarios deben ser más chicos para que rindan mejor». En este sentido, también se modificaron los rindes por colmena, de los 70 kilos al año a los 40 kilos, «dependiendo muchísimo del manejo, de la tarea bien dirigida, sobre todo en la alimentación», para que las colmenas no queden sin alimento, sobre todo durante fenómenos climáticos intensos, para que no falten proteínas, ni calorías en sus cercanías, para cumplir con el trabajo del apicultor que es lograr el desarrollo previo a la cosecha, para que la miel alcance para la colmena, pero también para la cosecha.



Inseminaciones



Analía Martínez, del INTA Balcarce, es personal de apoyo técnico en el marco del Programa Nacional Apícola, dentro del Proyecto de Mejoramiento Genético. Su paso por Rafaela durante esta semana responde al mantenimiento del banco de germoplasma vivo de la Experimental local.
Trabajando en la puesta a punto de la criopreservación del semen congelado de zánganos, aún no se consiguió el paso a la fecundación con esa base, por resultar en una baja eficiencia, por tal motivo es fundamental el manteminiento de esos bancos para las diferentes colmenas seleccionadas por tolerancia a barroa y con distintas genéticas, siendo dos los existentes en el país, tanto en Balcarce, como en Rafaela.
Si bien el laboratorio móvil está en mantenimiento, esta especialista se traslada con un inseminador. Microscopio con lupa, fuente de luz fría, la base para la apertura de la reina y la extracción de semen, más jeringa, componen esta herramienta que permite la fecundación de reinas vivas, con el aporte de diez zánganos, suplantando la fecundación en vuelo que se hace con diez a 15 machos, para cubrir los diez microlitros necesarios.
Los machos son capturados fuera de la colmena, se los encierra y por un método de presión se les extrae el aparato reproductor y el semen, con el consecuente cumplimiento de su función única durante su corto tiempo de vida.
«Seleccionamos las madres, que producen zánganos y reinas, hacemos cruzamientos controlados, producimos en Balcarce de cinco a siete reinas inseminadas y al reseleccionar a las mejores hijas, una ocupa el lugar de la madre y el resto se pasa a la multiplicación, como material vivo para los productores», explica la técnica en un esquema de tareas que involucra a cabañas seleccionadas de diferentes puntos del país, con auditorías constantes que permiten el seguimiento de la producción.
Si bien los inseminadores del Programa nacional son tres, en el resto del país hay más de estos aparatos, pero deben ser utilizados en un sentido de mejoramiento, ya que los privados pueden acceder a estas estrategias, más allá del costo.
Se trabaja para lograr «alto comportamiento higiénico, con la capacidad de las obreras al momento de detectar la cría enferma y que se pueda sacar de la colmena a tiempo. Con eso se logró mantener baja la Loque Americana, que fue la enfermedad que había diezmado las colmenas. Sumado esto a la baja defensividad y alta productividad, se pudo seguir manteniendo en el programa un buen comportamiento, restando por mejorar la criopreservación del semen, porque hay colonias que tienen características muy deseables y que en los campos los productores no las pueden mantener, entonces debemos aportar nosotros el mantenimiento hasta que se pueda conseguir la preservación en un banco de esa genética. Hasta ahora tenemos las líneas de alto comportamiento que ya están en el mercado y estamos tratando de cerrar las líneas de tolerancia a barroa, que es un tema complejo y bien localizado».
La apicultura tuvo que ir acompañando al cambio productivo general, debió adaptarse a la presión generada por la agriculturización, a la tala indiscriminada, al desmonte y esto generó un cambio en el manejo de la actividad, con mayor incorporación de tecnología y estrategias de buenas prácticas, para mantenerse en el mercado. Hoy los apicultores son en su mayoría de tiempo completo, por eso la tarea de apoyo tiene que darse desde la tarea en la colmena, hasta el agregado de valor en los productos finales, que es una gran tarea pendiente en nuestro país.
En este contexto, Analía Martínez visitó la Cabaña Vaudagna para poder hacer una inseminación de algunas madres para poder seguir creciendo en líneas genéticas de interés por su rendimiento, «acercando al productor de material vivo toda la tecnología necesaria y con aplicación directa en las colmenas que ellos mismos seleccionan», para en definitiva seguir avanzando en la consecución de una línea «un poco más rubia» de abejas, que es una variable que influye mucho en la venta de material vivo, para emparejar visualmente las colmenas, no tanto con los resultados a la hora de analizar la calidad de la miel.
Con China como principal influyente en el mercado mundial, por producción y precio, Argentina sigue teniendo por delante el desafío de mejorar su mercado interno de consumo, de agregar valor a sus productos y de seguir creciendo. Con excelente calidad genética y con mieles para todos los gustos, la tarea que parece pequeña en lo cotidiano de las cabañas, permite expandir los horizontes de un negocio de oportunidades.



Interacción con Costa Rica



También en estos días, Luis Rodríguez, un técnico apícola de Costa Rica estuvo en la cabaña, trabajando en el marco del intercambio generado por la Red LAC, de Latinoamérica y el Caribe para la apicultura, promovida desde Argentina con dinero del Fontagro, para difundir la actividad y generar una mayor profesionalización en el resto de los países en ella contenidos para crecer en este sentido. Tiene colmenas propias, una experiencia en Estados Unidos de ocho años, ahora acrecienta sus herramientas para las asesorías directas a productores que tiene por delante, siempre apuntando a las buenas prácticas.
«Esta red lo que pretende es desarrollar un sendero tecnológico, apícola, que pueda promover en muchas familias un ingreso más, en base a buenas prácticas, mejoramiento genético, entre otras cosas y yo estoy en Argentina hasta la semana que viene, para poder trasladar todos estos conocimientos y experiencias en Costa Rica, para poder promover a la apicultura a una escala más comercial, porque hoy tenemos una actividad muy rudimentaria», explicó a este Diario.
Con apicultores de entre 50 y 200 colmenas, se consiguió desarrollar dos organizaciones de productores bien estructuradas, para poder a lo largo del tiempo «calidad y cantidad de miel», por eso «somos nosotros un acopio de todo lo que hace Argentina y queremos ir en el mismo sentido».
Rodríguez se lleva una amplia experiencia en trazabilidad, manejo, crianza, genética, innovación a raíz de todo lo visto en Rafaela, Ceres, Santa Fe, el intercambio con productores entrerrianos, e incluso en Balcarce. «Ver cómo se han organizado, ver los registros sobre los cuales se establecen las conexiones de la actividad primaria y los clientes finales, es una experiencia muy rica y espero poder trasladar toda esta experiencia, me llevo muchos contactos para poder pedir ayuda y organizar todo el sistema en Costa Rica, también con la ayuda del Senasa y el INTA de Costa Rica, además de la Red LAC.

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