miércoles 28 de febrero de 2018
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“Es mentira eso del uso responsable de los agrotóxicos y las buenas prácticas agrícolas”
El bioquímico y ambientalista Daniel Verzeñassi estuvo en la ciudad para concientizar a los concejales sobre la prohibición de agrotóxicos. Además desmitificó que no se pueda hacer otro tipo de agricultura y alertó que el mayor peligro es que perdamos nuestras reservas de agua.
Fanático pero no extremista; elocuente pero no charlatán; pedagógico pero para nada aburrido. Sin dudas, el bioquímico y ambientalista Daniel Verzeñassi es una de las cartas fuertes que tienen los que están a favor de que se apruebe la prohibición sin excepción del uso, aplicación, movimiento y comercialización de agrotóxicos en todo el ejido de la ciudad.
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Miembro de la ONG Foro Ecologista de Paraná, perteneciente a la Red Nacional de Acción Ecologista de Argentina (RENACE), Verzeñassi estuvo ayer en Gualeguaychú, donde se reunió con los concejales de todos los bloques que deberán tratar la iniciativa impulsada por el Poder Ejecutivo local.
Sus argumentos, sin dudas, no sólo son contundentes con respecto al efecto nocivo de los agrotóxicos sino que ponen en evidencia la desidia de los diferentes organismos nacionales, provinciales y locales a la hora de ejercer un estricto control sobre los mismos y denuncian las maniobras de las multinacionales para poder seguir dañando la salud de las personas.
“No se pueden legislar distancias, prevenciones, modos de uso y buenas prácticas agrícolas con una clasificación de venenos fraudulenta, mentirosa y engañosa, porque entonces todo lo que regule el uso de esos venenos estará equivocado”, introdujo el bioquímico en la conferencia de prensa que dio antes de su encuentro con los concejales.
En ese momento explicó que el glifosato, el agrotóxico emblema de esta iniciativa, hace rato que está siendo mal calificado: “En un principio tenía banda verde, que es la menos dañina entre los venenos que se pueden tirar. Pero en 2014 se revisa y se lo clasifica como banda azul y luego banda amarilla, que le siguen en toxicidad. Recién acá se lo comienza a comprender en su verdadera dimensión de efecto toxicológico. Y en 2015 pasó del cuarto lugar a nivel mundial a ser clasificado como 2A, que es la categoría de cancerígeno probable por muerte humana”, explicó sobre la evolución del veneno y enseguida enfatizó: “Ahora estamos contando cuántos mueren, y cuando logremos cierta cantidad de muertos entonces si dirán que es categoría 1, pero por ahora es 2A”.
“Lo cierto es que el glifosato siempre fue 2A, no es que se hizo más venenoso con el tiempo. Ahora recién llegó a estar clasificado como 2A porque ha sido revisado a nivel mundial por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), que le da la clasificación toxicológica a la Organización Mundial de la Salud (OMS) ¿Y qué hizo el SENASA desde que se fue reclasificando el glifosato? Nada: para ellos sigue siendo clase 4 o banda verde. ¿Entonces cómo vamos a legislar sobre la base de una clasificación que a todas luces es una falsedad?”, reprochó.
Encargado como bioquímico de haber realizado todos los análisis en el Hospital de Niños de Paraná para comprobar los efectos de este modelo sojero, vio y acompañó a cada chico malformado y con leucemia que llegó a la institución.
“Cuando venía ayer por la ruta pasamos por un maizal y sentíamos el olor al veneno. Y no estaban fumigando, ya lo habían hecho. Por eso es mentira eso del uso seguro y responsable de los agrotóxicos y las buenas prácticas agrícolas, porque hay un primer efecto cuando se tira el veneno y un segundo cuando el veneno se levanta y queda en el aire cuando la temperatura lo vaporiza”, alertó.
“El vehículo más eficiente para transportar las moléculas químicas de los venenos es el agua. En Entre Ríos, seis ciudades se proveen de agua de los bordes costeros del Paraná y el Uruguay. Todo el resto, caserío, localidades, capitales del departamento, escuelas, policías rurales, se proveen de agua de perforación. Pero si no controlamos las áreas donde esos acuíferos se recargan, tarde o temprano van a estar todos contaminados con los agrotóxicos que se filtran hacia ellos. El 90 % de los ríos del mundo ya están contaminados, y si seguimos así vamos a perder el agua subterránea, la gran reserva del mundo”, detalló.
Por todo esto, desde hace 20 años, lucha por derrumbar el mito que dice que es imposible aplicar cambiar este modelo agrícola por uno ecológico.
“Estamos iniciando una conversación social cuyo objetivo es concientizar sobre un nuevo modelo de producción agrícola que abogue por una etapa de transición, que va a ser legislada y sostenida con algún tipo de subsidio en los lugares que sea necesario. Una transición del modelo actual a la agricultura agroecológica. Estamos en la red de municipios que fomentan la agrología, y a fines de abril estamos trayendo un curso a Gualeguaychú, el mejor de Sudamérica, cuyo lema es “Con agua y con mierda no hay cosecha que se pierda”. El mismo explicará que con la ganadería se puede producir la mejor fertilización de los suelos, y cuánto más fértiles está el suelo, menos plagas le afectan. La clave es la salud y la fertilidad de los suelos”, concluyó.
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