José May
José May
Con más de 30 años de dedicado a la apicultura, Mariano Domingo Sales no solo ha podido generar ingresos con la actividad para sostener a sus diez hijos, sino también contribuir con la economía local, aportando su “granito de arena”.
Originario de la localidad Los Laureles, apicultor desde los 15 años de edad, Mariano con 52 años de edad, aseguró que su dedicación en la apicultura fue por gusto, pues su padre Diego Domingo Maldonado le enseñó la actividad, la cual ha sido el sostén de su familia y con lo cual ha sacado adelante a sus hijos.

¿Cómo se inicia en la actividad apícola?


Desde pequeño observaba a mi padre cuando se iba a los campos de floración y revisaba sus colmenas, algo que me llamó mucho la atención y que a la fecha es una actividad que le da de comer a mi familia.

¿Pero fue por obligación o por gusto?

Ha sido por gusto, porque me gustaba ver como mi padre se dedicaba con tanto amor a la apicultura, desde que él vivía en Quetzal-Edzná.

¿La apicultura es una actividad para poder vivir y generar ingresos para la familia?

Desde un principio se trata de un negocio muy redituable para las familias de las comunidades rurales, pero con el paso de los años, uno se ha venido enfrentando a situaciones muy adversas.

¿Actualmente cómo se encuentra la actividad apícola?

Ha perdido su valor y la verdad no sabemos que estuvo mal que ha venido a afectar la actividad, aunque uno de los factores negativos ha sido el llamado fenómeno del cambio climático, pero además lo que ha provocado la tumba, roza y quema del monte, generando mucha sequía en las superficies de floración, acabando con ello poco a poco.
Pero también otra cuestión negativa ha sido el uso de los agroquímicos, lo cual acaba con las colmenas de abejas.

¿Entonces la apicultura es una actividad que se encuentra en latente riesgo?

Sí, por esas cuestiones que en nada ayudan al sector apícola y que lo único que están ocasionando es la pérdida de una actividad milenaria.

¿Qué están haciendo los apicultores para revertir ese panorama?

Haciendo la lucha, trabajando y defendiendo la actividad, porque de ello depende la supervivencia de muchas familias que dependen del sector apícola, porque de ello comemos y subsistimos, no hay de otra.
Aunque hay otras actividades primarias, pero la esencia de nuestros pueblos está en la apicultura.

¿Sus hijos siguen también la actividad?

Unos estudian y otros siguen realizando las tareas en el campo, con la agricultura, pero sin descuidar la actividad apícola.

¿Actualmente cuál es la preocupación de los productores apícolas?

La verdad que es el precio de la miel, por lo que cuando hay un buen precio, aprovechamos para tener un mejor ingreso y generar ahorro, y con ello sobrellevamos la situación, pero ahora sin mercado y sin precio favorable, estamos obligados a buscar otros medios de subsistencia, pero lo que le hace falta a la miel es que haya mercado, pero también va de la mano con buenos niveles de producción.

¿En el caso de los niveles de producción, porque tanto problema?

Pues el ingreso de la soya transgénica, lo cual hay quienes actualmente lo siembran en el territorio, pero bajo el agua, ya que están conscientes que no está permitido y en consecuencia está penado por la ley agropecuaria.
En lo personal siembro soya pero es de la huasteca, es decir, la que se conoce como soya tradicional y que no afecta a las abejas, aunque no todos hacen lo mismo y son conscientes de los daños que provoca la soya transgénica.

¿Desde cuándo ustedes empezaron a padecer esas problemáticas que están afectando la actividad apícola?

Desde hace aproximadamente cinco años y que se ha venido recrudeciendo en los últimos tres años, y fue hace cinco años cuando el precio del dulce llegó a los 47 pesos el kilogramo de miel, pero después lamentablemente vino un desplome importante.