viernes 28 de octubre de 2011
Publicado el Jueves 27.10.2011 en http://www.cuencarural.com/granja/apicultura/76098-claves-para-obtener-mayor-produccion-de-miel/ (no se aclara si es una nota de archivo o es actual)
Allá por 1937, un entomólogo y apicultor estadounidense llamado Clayton L. Farrar, realizó uno de los descubrimientos más trascendentes acerca del comportamiento de las abejas, al estudiar su dinámica poblacional y curvas de crecimiento, lo que en términos más sencillos quiere expresar cómo crece y disminuye la población de una colmena a lo largo de la temporada. La importancia práctica de los descubrimientos del Dr. Farrar fueron de tal magnitud para la producción de miel, núcleos y paquetes de abejas en escala industrial, que resulta sorprendente la poca trascendencia que han tenido en la Argentina durante los últimos 60 años, a pesar de que su nombre apareció mencionado numerosas veces en publicaciones tan tradicionales como el «ABC & XYZ» de Root y en «La Colmena y la Abeja Melífera» de Dadant.
Para ir directamente al grano, comentaremos algunas de las conclusiones de sus estudios, las cuales nuestra experiencia ha comprobado como ciertas y enteramente extrapolables a las condiciones de la apicultura argentina:
1.- La producción de miel por kilogramo de abejas es considerablemente mayor en colmenas con grandes poblaciones que en colmenas pequeñas, debido a que en las colmenas con mucha cantidad de obreras, proporcionalmente se dedican menos obreras al cuidado de la cría y más de ellas a la recolección de néctar.
2.- El porcentaje de abejas adultas pecoreadotas es mucho mayor cuanto mayor es la población total de la colmena.
3.- En una colmena con hasta 20.000 abejas (esto equivale a una cámara de cría bien poblada), la relación entre cría y población adulta es de 2 a 2,5 larvas por abeja adulta. Mientras que en colmenas con más de 60.000 abejas, la relación es de 1 abeja adulta por 1 larva o aún inferior.
4.- En condiciones adecuadas de flujo nectarífero, la cantidad de miel potencial que puede producir una colmena tendría que ser igual al cuadrado de los kilogramos de abejas que tiene en ese momento.
5.- La proporción entre la cría operculada y la población adulta disminuye entre un 10% y hasta un 14%, por cada incremento de 10.000 abejas.
Si estos principios suenan inicialmente un poco confusos, espero que las siguientes aclaraciones contribuyan a su comprensión. Si consideramos que 1 (un) Kg. de abejas contiene aproximadamente 8.000 obreras y que de un cuadro de cría bien operculada nacerán cerca de 5.000 obreras, entonces podremos iniciar la explicación.
El Dr. Farrar se vio sorprendido por observaciones como la siguiente, que dos colmenas con 30.000 abejas cada una producían mucha menos miel que una sola colmena con 60.000 abejas. Llegó a esta conclusión realizando la siguiente comparación: si las 30.000 abejas de una colmena pesaban 3,75 Kg., la producción potencial de miel era de 14 Kg. (que resulta de elevar al cuadrado 3,75). Luego, sumando la producción de las dos colmenas se llegaba a 28 o 30 Kg. Sin embargo, la colmena con 60.000 abejas (7,5 Kg.) llegaba a rendir unos 60 Kg. Era obvio que algo importante ocurría a favor de la producción de miel en las colmenas con grandes poblaciones. El sentido común diría que la producción de miel es algo lineal, el doble de abejas tendría que rendir el doble de miel, la mitad de abejas la mitad de miel; entonces ¿cómo podía explicarse que 30.000 abejas produjeran la cuarta parte de miel que una colmena con el doble de abejas? En otras palabras, ¿cómo podía ser que el doble de abejas produjera no sólo el doble de miel sino mucho más?
A partir de estos experimentos, el Dr. Farrar comenzó a controlar varios grupos de colmenas en distintos apiarios con cantidades de abejas conocidas de antemano, para llegar a las conclusiones citadas al inicio de este artículo y que ejemplificaremos con gráficos y tablas.
A riesgo de ser repetitivo, debe quedar claro que si consideramos un núcleo, una colmena mediana y una colmena grande, las proporciones respectivas de nodrizas, cría y pecoreadoras será muy distinta. Para aclarar esto ver el gráfico correspondiente.
Una pregunta inevitable es por qué en la vida práctica son casi inexistentes estos rendimientos tan elevados de miel. Sucede que al margen de lo errático que puedan llegar a ser los flujos nectaríferos, tan dependientes de las precipitaciones caídas y de la temperatura, se suman una serie de factores que conspiran contra el logro de poblaciones tan grandes que permitan tales cosechas.
Manejos de Apiarios
El manejo predominante de los apiarios presenta algunas falencias que incluyen:
1.- Practicar rara vez o nunca el cambio sistemático de las reinas en las colmenas.
Lo habitual es que al comprar reinas en primavera o al fin del verano, éstas sean utilizadas para nuclear o dividir colmenas existentes, pero conservando las reinas viejas de las colmenas. Sin duda, pueden existir unas pocas reinas de 2 años de edad, que siguen siendo buenas ponedoras, pero en la mayoría de los casos las reinas de 2 o más años son candidatas a enjambrar o a tener un reemplazo inoportuno que frena el desarrollo de la colmena en el momento crítico previo a la mielada. Por lo tanto, bajo estas condiciones es raro encontrarse con estas colmenas superpobladas de las que hablamos.
2.- Falta de espacio.
Los apicultores que trabajan con una cámara de cría compuesta por dos alzas o por un alza y dos medias alzas sin excluidoras, ofrecen espacio más que suficiente para la postura de una buena reina. En el caso de una doble cámara, suele ocurrir que al inicio de la temporada la reina se aloje con el nido en el alza superior, para dejar medio abandonada la de abajo, con lo cual es como si tuviera disponible sólo un alza. Para evitar esto, algunos acostumbran invertir las alzas periódicamente, lo cual creemos que es una de las tareas más agobiantes durante la primavera.
3.- Nutrición.
Colmenas con poca miel en primavera despegan lentamente y hasta se estancan en su desarrollo. La falta de miel puede haber sido causada por una sobrecosecha o por un excesivo consumo de reservas durante el otoño atribuíble al altas temperaturas. Esta carencia puede subsanarse mediante la alimentación artificial de jarabes de maíz de alta fructosa y/o jarabes de azúcar.
Si comparamos la Pampa Húmeda de hoy con la de hace 40 años, es evidente que el avance de la agricultura intensiva conspiró contra el de la apicultura. Al desaparecer mucha de la flora nativa de la primavera temprana, mermó notablemente el aporte de polen. Esto se tradujo en una muy menor cantidad de enjambres y por ende significó menos cambios espontáneos de reinas. Recordemos que la enjambrazón no es sólo la multiplicación natural de las colmenas, sino también una forma de renovar reinas.
En los últimos años se notó un retardo en la fecha de enjambrazón y un aumento de los reemplazos de reinas (sin enjambrazón y por lo general en momentos inoportunos para el crecimiento poblacional de la colmena). Como la presión selectiva de la evolución a lo largo de miles de años no orientó a las abejas a crear reservas de polen equivalentes en magnitud a las de miel, es un factor que debe corregirse artificialmente mediante sustitutos (ver nuestro artículo sobre «Tortas de levadura»).
4.- Sanidad.La varroa en el peor de los casos mata a las colmenas, pero existe toda una gama intermedia de situaciones en la que sin diezmar a la colmena, la hace bajar dramáticamente su productividad, esto ocurre de varias formas, entre ellas una de las más graves es la disminución de la longevidad de las abejas ya que según el grado de parasitismo que haya sufrido una obrera, puede llegar a vivir menos de la mitad de su vida normal- por lo cual trabajarán mucho menos y recolectarán menos néctar.
La nosemosis, de la que se habla poco, es de acuerdo a nuestro entender uno de los más graves problemas sanitarios de la apicultura argentina, injustamente escondido detrás de la loque europea y de la loque americana. Cuando uno habla con productores acerca de esta enfermedad, es mirado con sorpresa, como si se les hablara de la vida en otro planeta. Lo normal es que respondan diciendo que como no existen inviernos crudos en la Pampa Húmeda que impidan realizar vuelos de limpieza esta afección no es un inconveniente. No obstante eso, nuestra experiencia dice otra cosa, hemos visto que un nivel moderado de nosemosis es habitual cuando se tienen muchas colmenas juntas en un apiario, que sin llegar en absoluto a matarlas, las afecta en el sentido de provocar reemplazos anormales y prematuros de reinas nuevas recién introducidas en núcleos y en el reemplazo de reinas en colmenas establecidas. Es curioso, que algunos productores se percaten del reemplazo de reinas sólo cuando las adquieren en un criadero y las usan para hacer divisiones y que no adviertan similar anormalidad en sus propias colmenas.
Esta aparente contradicción es resuelta cuando se le pregunta al productor si realiza aunque sea un mínimo control de las reinas de sus colmenas, no hablemos de tener reinas marcadas que sería lo ideal, sino de verificar por lo menos en un apiario de 60 colmenas si las reinas con que las colmenas inician la temporada en Agosto son las mismas que están en Diciembre. Si se tomaran el trabajo de hacerlo, se sorprenderían de la cantidad de reemplazos inadvertidos que sucedieron en esos cuatro meses y que desde el punto de vista productivo implicarán: interrupción de postura, pérdida de ciclos de cría y por lo tanto menos población de abejas pecoreadoras durante la mielada.
En síntesis, creemos que gran parte de los reemplazos prematuros (no atribuíbles a la edad avanzada de la reinas) evidentes o inadvertidos en la mayoría de las colmenas son causados por la nosemosis. Como sabemos que muchos apicultores expresarán una cuota de escepticismo ante esta afirmación, nada mejor que realizar un ensayo sincero que comprenda tratar colmenas con fumagilina y otro grupo testigo sin medicación que demostrará lo expuesto.
5.- Raza.
A más de 40 años del lamentable arribo de la abeja africana a nuestro continente (1957), todavía quedan en nuestro medio algunos trasnochados que por alguna razón inconfesable las prefieren. Como es un tema controvertido, consideramos que conviene analizar la actual incidencia de la africanización en muchas provincias argentinas y ver hasta que punto ésta puede ser una de las principales causas de los bajos promedios de producción de miel en estas regiones.
Según sus admiradores, la abeja criolla/africanizada superaría por adaptación y rusticidad a todas las abejas de razas europeas. Tampoco nos consta su presunta resistencia y/o tolerancia a enfermedades. Dentro de los aspectos negativos de estas abejas, hay que considerar una serie de comportamientos que van en desmedro del principio fundamental ya enunciado en párrafos anteriores- que permite lograr una buena cosecha de miel, esto es, una gran población de abejas en el momento de la mielada.
El medio ambiente en que evolucionaron las abejas africanas, fue en general mucho más hostil que el europeo, la cantidad de depredadores y enemigos naturales que enfrentaron en su hábitat original favoreció la selección natural de una abeja defensiva que pudiera repeler a sus enemigos y que a la vez tuviera una tasa reproductiva muy elevada, de tal forma que a través de sucesivas enjambrazones y/o abandonos de sus nidos a lo largo de una temporada, una sólo colmena pudiera generar una descendencia de hasta 12 nuevas familias. Obviamente, un comportamiento que desde el punto de vista reproductivo de la especie fue exitoso, resultó simultáneamente nefasto para la producción de miel, ya que rara vez las colmenas de abejas africanizadas alcanzan poblaciones que excedan de las 25.000 abejas sin enjambrar. Ahora es comprensible por qué la producción de miel es tan baja donde ellas predominan. El caso de Brasil es suficientemente claro, la producción media de miel por colmena no llega a los 12 Kg anuales
Si recordamos que el cuadrado de los kilogramos de abejas expresaba la producción potencialmente posible de miel y se aplica en este caso, notaremos que 25.000 abejas (equivalentes a 3,5 Kg. de abejas) pueden producir 11 Kg. de miel, que casualmente es el promedio de los países donde prevalecen estas abejas. Desde ya, que en Argentina al haber más abejas europeas previo a la llegada de las africanizadas, se produjo un híbrido distinto al brasileño con un rendimiento algo mejor pero que no alcanza ningún óptimo.
Cuando algún apicultor obnubilado por las «ventajas» de la abeja africanizada, la defiende diciendo que las abejas europeas no se adaptan en otro medio que no sea la Pampa Húmeda, le podemos retrucar planteando dos casos locales y dos extranjeros que prueban contundentemente lo contrario. Dos de ellos en la provincia de Formosa, tanto en la localidad de El Colorado como en Misión Taccaglé, apicultores locales se vieron sorprendidos por los rendimientos excepcionales conseguidos con abejas europeas en un entorno totalmente africanizado.
Además, si nos basamos en la experiencia de otros países con climas tropicales y desérticos, observaremos que por ejemplo en el estado de FLORIDA (EE.UU.) tan o más tropical que Brasil- se trabaja únicamente con abejas europeas consiguiendo muy buenas cosechas. Algo semejante ocurre en Israel, donde luego de eliminar a las abejas nativas agresivas y enjambradoras (Apis melifera syriaca), se las reemplazó por reinas italianas importadas de EE.UU., Nueva Zelanda y Australia.
Martín Braunstein
Cabaña Malka
Publicado el Jueves 27.10.2011 en http://www.cuencarural.com/granja/apicultura/76098-claves-para-obtener-mayor-produccion-de-miel/ (no se aclara si es una nota de archivo o es actual)
Claves para obtener mayor producción de miel
Allá por 1937, un entomólogo y apicultor estadounidense llamado Clayton L. Farrar, realizó uno de los descubrimientos más trascendentes acerca del comportamiento de las abejas, al estudiar su dinámica poblacional y curvas de crecimiento, lo que en términos más sencillos quiere expresar cómo crece y disminuye la población de una colmena a lo largo de laAllá por 1937, un entomólogo y apicultor estadounidense llamado Clayton L. Farrar, realizó uno de los descubrimientos más trascendentes acerca del comportamiento de las abejas, al estudiar su dinámica poblacional y curvas de crecimiento, lo que en términos más sencillos quiere expresar cómo crece y disminuye la población de una colmena a lo largo de la temporada. La importancia práctica de los descubrimientos del Dr. Farrar fueron de tal magnitud para la producción de miel, núcleos y paquetes de abejas en escala industrial, que resulta sorprendente la poca trascendencia que han tenido en la Argentina durante los últimos 60 años, a pesar de que su nombre apareció mencionado numerosas veces en publicaciones tan tradicionales como el «ABC & XYZ» de Root y en «La Colmena y la Abeja Melífera» de Dadant.
Para ir directamente al grano, comentaremos algunas de las conclusiones de sus estudios, las cuales nuestra experiencia ha comprobado como ciertas y enteramente extrapolables a las condiciones de la apicultura argentina:
1.- La producción de miel por kilogramo de abejas es considerablemente mayor en colmenas con grandes poblaciones que en colmenas pequeñas, debido a que en las colmenas con mucha cantidad de obreras, proporcionalmente se dedican menos obreras al cuidado de la cría y más de ellas a la recolección de néctar.
2.- El porcentaje de abejas adultas pecoreadotas es mucho mayor cuanto mayor es la población total de la colmena.
3.- En una colmena con hasta 20.000 abejas (esto equivale a una cámara de cría bien poblada), la relación entre cría y población adulta es de 2 a 2,5 larvas por abeja adulta. Mientras que en colmenas con más de 60.000 abejas, la relación es de 1 abeja adulta por 1 larva o aún inferior.
4.- En condiciones adecuadas de flujo nectarífero, la cantidad de miel potencial que puede producir una colmena tendría que ser igual al cuadrado de los kilogramos de abejas que tiene en ese momento.
5.- La proporción entre la cría operculada y la población adulta disminuye entre un 10% y hasta un 14%, por cada incremento de 10.000 abejas.
Si estos principios suenan inicialmente un poco confusos, espero que las siguientes aclaraciones contribuyan a su comprensión. Si consideramos que 1 (un) Kg. de abejas contiene aproximadamente 8.000 obreras y que de un cuadro de cría bien operculada nacerán cerca de 5.000 obreras, entonces podremos iniciar la explicación.
El Dr. Farrar se vio sorprendido por observaciones como la siguiente, que dos colmenas con 30.000 abejas cada una producían mucha menos miel que una sola colmena con 60.000 abejas. Llegó a esta conclusión realizando la siguiente comparación: si las 30.000 abejas de una colmena pesaban 3,75 Kg., la producción potencial de miel era de 14 Kg. (que resulta de elevar al cuadrado 3,75). Luego, sumando la producción de las dos colmenas se llegaba a 28 o 30 Kg. Sin embargo, la colmena con 60.000 abejas (7,5 Kg.) llegaba a rendir unos 60 Kg. Era obvio que algo importante ocurría a favor de la producción de miel en las colmenas con grandes poblaciones. El sentido común diría que la producción de miel es algo lineal, el doble de abejas tendría que rendir el doble de miel, la mitad de abejas la mitad de miel; entonces ¿cómo podía explicarse que 30.000 abejas produjeran la cuarta parte de miel que una colmena con el doble de abejas? En otras palabras, ¿cómo podía ser que el doble de abejas produjera no sólo el doble de miel sino mucho más?
A partir de estos experimentos, el Dr. Farrar comenzó a controlar varios grupos de colmenas en distintos apiarios con cantidades de abejas conocidas de antemano, para llegar a las conclusiones citadas al inicio de este artículo y que ejemplificaremos con gráficos y tablas.
A riesgo de ser repetitivo, debe quedar claro que si consideramos un núcleo, una colmena mediana y una colmena grande, las proporciones respectivas de nodrizas, cría y pecoreadoras será muy distinta. Para aclarar esto ver el gráfico correspondiente.
Una pregunta inevitable es por qué en la vida práctica son casi inexistentes estos rendimientos tan elevados de miel. Sucede que al margen de lo errático que puedan llegar a ser los flujos nectaríferos, tan dependientes de las precipitaciones caídas y de la temperatura, se suman una serie de factores que conspiran contra el logro de poblaciones tan grandes que permitan tales cosechas.
Manejos de Apiarios
El manejo predominante de los apiarios presenta algunas falencias que incluyen:
1.- Practicar rara vez o nunca el cambio sistemático de las reinas en las colmenas.
Lo habitual es que al comprar reinas en primavera o al fin del verano, éstas sean utilizadas para nuclear o dividir colmenas existentes, pero conservando las reinas viejas de las colmenas. Sin duda, pueden existir unas pocas reinas de 2 años de edad, que siguen siendo buenas ponedoras, pero en la mayoría de los casos las reinas de 2 o más años son candidatas a enjambrar o a tener un reemplazo inoportuno que frena el desarrollo de la colmena en el momento crítico previo a la mielada. Por lo tanto, bajo estas condiciones es raro encontrarse con estas colmenas superpobladas de las que hablamos.
2.- Falta de espacio.
Los apicultores que trabajan con una cámara de cría compuesta por dos alzas o por un alza y dos medias alzas sin excluidoras, ofrecen espacio más que suficiente para la postura de una buena reina. En el caso de una doble cámara, suele ocurrir que al inicio de la temporada la reina se aloje con el nido en el alza superior, para dejar medio abandonada la de abajo, con lo cual es como si tuviera disponible sólo un alza. Para evitar esto, algunos acostumbran invertir las alzas periódicamente, lo cual creemos que es una de las tareas más agobiantes durante la primavera.
3.- Nutrición.
Colmenas con poca miel en primavera despegan lentamente y hasta se estancan en su desarrollo. La falta de miel puede haber sido causada por una sobrecosecha o por un excesivo consumo de reservas durante el otoño atribuíble al altas temperaturas. Esta carencia puede subsanarse mediante la alimentación artificial de jarabes de maíz de alta fructosa y/o jarabes de azúcar.
Si comparamos la Pampa Húmeda de hoy con la de hace 40 años, es evidente que el avance de la agricultura intensiva conspiró contra el de la apicultura. Al desaparecer mucha de la flora nativa de la primavera temprana, mermó notablemente el aporte de polen. Esto se tradujo en una muy menor cantidad de enjambres y por ende significó menos cambios espontáneos de reinas. Recordemos que la enjambrazón no es sólo la multiplicación natural de las colmenas, sino también una forma de renovar reinas.
En los últimos años se notó un retardo en la fecha de enjambrazón y un aumento de los reemplazos de reinas (sin enjambrazón y por lo general en momentos inoportunos para el crecimiento poblacional de la colmena). Como la presión selectiva de la evolución a lo largo de miles de años no orientó a las abejas a crear reservas de polen equivalentes en magnitud a las de miel, es un factor que debe corregirse artificialmente mediante sustitutos (ver nuestro artículo sobre «Tortas de levadura»).
4.- Sanidad.La varroa en el peor de los casos mata a las colmenas, pero existe toda una gama intermedia de situaciones en la que sin diezmar a la colmena, la hace bajar dramáticamente su productividad, esto ocurre de varias formas, entre ellas una de las más graves es la disminución de la longevidad de las abejas ya que según el grado de parasitismo que haya sufrido una obrera, puede llegar a vivir menos de la mitad de su vida normal- por lo cual trabajarán mucho menos y recolectarán menos néctar.
La nosemosis, de la que se habla poco, es de acuerdo a nuestro entender uno de los más graves problemas sanitarios de la apicultura argentina, injustamente escondido detrás de la loque europea y de la loque americana. Cuando uno habla con productores acerca de esta enfermedad, es mirado con sorpresa, como si se les hablara de la vida en otro planeta. Lo normal es que respondan diciendo que como no existen inviernos crudos en la Pampa Húmeda que impidan realizar vuelos de limpieza esta afección no es un inconveniente. No obstante eso, nuestra experiencia dice otra cosa, hemos visto que un nivel moderado de nosemosis es habitual cuando se tienen muchas colmenas juntas en un apiario, que sin llegar en absoluto a matarlas, las afecta en el sentido de provocar reemplazos anormales y prematuros de reinas nuevas recién introducidas en núcleos y en el reemplazo de reinas en colmenas establecidas. Es curioso, que algunos productores se percaten del reemplazo de reinas sólo cuando las adquieren en un criadero y las usan para hacer divisiones y que no adviertan similar anormalidad en sus propias colmenas.
Esta aparente contradicción es resuelta cuando se le pregunta al productor si realiza aunque sea un mínimo control de las reinas de sus colmenas, no hablemos de tener reinas marcadas que sería lo ideal, sino de verificar por lo menos en un apiario de 60 colmenas si las reinas con que las colmenas inician la temporada en Agosto son las mismas que están en Diciembre. Si se tomaran el trabajo de hacerlo, se sorprenderían de la cantidad de reemplazos inadvertidos que sucedieron en esos cuatro meses y que desde el punto de vista productivo implicarán: interrupción de postura, pérdida de ciclos de cría y por lo tanto menos población de abejas pecoreadoras durante la mielada.
En síntesis, creemos que gran parte de los reemplazos prematuros (no atribuíbles a la edad avanzada de la reinas) evidentes o inadvertidos en la mayoría de las colmenas son causados por la nosemosis. Como sabemos que muchos apicultores expresarán una cuota de escepticismo ante esta afirmación, nada mejor que realizar un ensayo sincero que comprenda tratar colmenas con fumagilina y otro grupo testigo sin medicación que demostrará lo expuesto.
5.- Raza.
A más de 40 años del lamentable arribo de la abeja africana a nuestro continente (1957), todavía quedan en nuestro medio algunos trasnochados que por alguna razón inconfesable las prefieren. Como es un tema controvertido, consideramos que conviene analizar la actual incidencia de la africanización en muchas provincias argentinas y ver hasta que punto ésta puede ser una de las principales causas de los bajos promedios de producción de miel en estas regiones.
Según sus admiradores, la abeja criolla/africanizada superaría por adaptación y rusticidad a todas las abejas de razas europeas. Tampoco nos consta su presunta resistencia y/o tolerancia a enfermedades. Dentro de los aspectos negativos de estas abejas, hay que considerar una serie de comportamientos que van en desmedro del principio fundamental ya enunciado en párrafos anteriores- que permite lograr una buena cosecha de miel, esto es, una gran población de abejas en el momento de la mielada.
El medio ambiente en que evolucionaron las abejas africanas, fue en general mucho más hostil que el europeo, la cantidad de depredadores y enemigos naturales que enfrentaron en su hábitat original favoreció la selección natural de una abeja defensiva que pudiera repeler a sus enemigos y que a la vez tuviera una tasa reproductiva muy elevada, de tal forma que a través de sucesivas enjambrazones y/o abandonos de sus nidos a lo largo de una temporada, una sólo colmena pudiera generar una descendencia de hasta 12 nuevas familias. Obviamente, un comportamiento que desde el punto de vista reproductivo de la especie fue exitoso, resultó simultáneamente nefasto para la producción de miel, ya que rara vez las colmenas de abejas africanizadas alcanzan poblaciones que excedan de las 25.000 abejas sin enjambrar. Ahora es comprensible por qué la producción de miel es tan baja donde ellas predominan. El caso de Brasil es suficientemente claro, la producción media de miel por colmena no llega a los 12 Kg anuales
Si recordamos que el cuadrado de los kilogramos de abejas expresaba la producción potencialmente posible de miel y se aplica en este caso, notaremos que 25.000 abejas (equivalentes a 3,5 Kg. de abejas) pueden producir 11 Kg. de miel, que casualmente es el promedio de los países donde prevalecen estas abejas. Desde ya, que en Argentina al haber más abejas europeas previo a la llegada de las africanizadas, se produjo un híbrido distinto al brasileño con un rendimiento algo mejor pero que no alcanza ningún óptimo.
Cuando algún apicultor obnubilado por las «ventajas» de la abeja africanizada, la defiende diciendo que las abejas europeas no se adaptan en otro medio que no sea la Pampa Húmeda, le podemos retrucar planteando dos casos locales y dos extranjeros que prueban contundentemente lo contrario. Dos de ellos en la provincia de Formosa, tanto en la localidad de El Colorado como en Misión Taccaglé, apicultores locales se vieron sorprendidos por los rendimientos excepcionales conseguidos con abejas europeas en un entorno totalmente africanizado.
Además, si nos basamos en la experiencia de otros países con climas tropicales y desérticos, observaremos que por ejemplo en el estado de FLORIDA (EE.UU.) tan o más tropical que Brasil- se trabaja únicamente con abejas europeas consiguiendo muy buenas cosechas. Algo semejante ocurre en Israel, donde luego de eliminar a las abejas nativas agresivas y enjambradoras (Apis melifera syriaca), se las reemplazó por reinas italianas importadas de EE.UU., Nueva Zelanda y Australia.
Martín Braunstein
Cabaña Malka
No hay comentarios:
Publicar un comentario