martes 3 de enero de 2012
http://www.elnuevorojense.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=10391:se-apunta-a-terminar-la-sala-comunitaria&catid=17:la-ciudad&Itemid=29

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Se apunta a terminar la sala comunitaria
Apicultura: Una actividad que debería
tomarse muy en serio como alternativa
La producción mielífera local viene decayendo paulatinamente desde hace tiempo, y los apicultores hacen verdaderos esfuerzos para subsistir - A esto se suma un panorama complicado desde hace algunos años, pòr ciertas maniobras que perjudicaron la exportación de miel - Pero en tanto que la apicultura es una actividad de real importancia, ya que fomenta una producción con valor agregado, por lo cual el gobierno local ha juzgado oportuno activar algunos planes específicos para favorecer la actividad
Primero, la actualidad más inmediata. Como informáramos esta semana, el secretario de la Producción de la comuna, Miguel Lalli, confirmó que el gobierno municipal resolvió renovar el comodato labrado con la Asociación de Apicultores local para la utilización comunitaria de las instalaciones de la Cabaña Apiario de la ruta nacional 188.
De hecho, según explicó el adjunto de esa cartera, Alberto Cueto, el expediente ya fue cursado a la dirección de Asesoría Letrada para tales fines por lo cual, a estas alturas, ya debería estar resuelto. Punto crucial que es importante recordar.
Asimismo, Lalli anticipó que se está trabajando activamente a los efectos de gestionar recursos -vía subsidio- que le permitan a la Asociación completar las obras iniciadas hace ya cuatro años, a los efectos de contar con una sala comunitaria de extracción, que sería utilizada por todos los apicultores del distrito. Este es el segundo punto crucial.
Las iniciativas mencionadas indican claramente que, como tantas y tantas veces lo exigiera este diario, hay por fín una intención, desde el gobierno local, de darle un esquema de apoyo político a la producción mielífera local.
¿Por qué hemos insistido tanto en esto? Por la sencilla razón de que la producción mielífera genera un producto industrial, que no está sujeto, como otras commoditties, a los avatares del mercado especulativo internacional y genera un producto netamente nacional de altísima consideración mundial que, claramente, implica -como en el caso de nuestros ahora reconocidísimos vinos- la supremacía en un nicho de mercado que puede generar enormes beneficios para el país, en general, y para nuestra ciudad, donde se producen excelentes mieles, en particular.
En este contexto favorable y planificando de manera concienzuda y a largo plazo, ¿sería descabellado pensar en una marca rojense de miel y, por ende, en el desarrollo industrial, comercial y empresario de un segmento del mercado con altas posibilidades de crecimiento?
ORDENAMIENTO
Pero para ello, la entidad local que agrupa a los apicultores que aún persisten en la actividad, deberá procurar, a la brevedad, su ordenamiento institucional. En efecto, de acuerdo a lo surgido de un encuentro que algunos apicultores nucleados en esa entidad mantuvieron con las autoridades de Producción, la Asociación adeuda alguna asamblea y, por ende, no estaría al día con la presentación de balances y memorias.
Lograr ese ordenamiento será fundamental para darle fluidez a la idea que se sostiene desde Producción, en cuanto a incentivar la producción mielífera local.
En estos momentos la Argentina vive en particular un momento excelente en cuanto a la colocación de sus mieles en el mercado internacional. En efecto, la miel argentina es considerada la de mayor calidad de todo el mundo. Tanto es así que porciones de ese producto se utilizan para "mejorar" otras mieles.
Y la miel que se produce en Rojas es de alta calidad. Pero lamentablemente los esfuerzos de los pocos apicultores locales que aún persisten en la actividad está diseminado. Esto no permite aprovechar la rentabilidad posible que depara actualmente esa actividad.
Además, hay serias cuestiones ambientales: el incremento de la producción sojera le quita espacio a las praderas naturales, fundamentales para la producción mielífera; además, la aplicación permanente de herbicidas está liquidando los cardales, cuya flor proporciona un polen que permite que las abejas elaboren miel de altísima y apreciada calidad.
En este complicado marco, los apicultores locales deben lidiar asimismo con altos costos para contar con estructuras de producción debidamente aprobadas según las estrictas regulaciones existentes y por ende se encuentran en un cuello de botella, ya que no logran una rentabilidad que les permita invertir en infraestructura. Aquí es donde se requeriría de políticas precisas y herramientas de gestión asociativa. En este plano, podría ser la mejor -sino la única- respuesta el establecimiento de una sala de extracción comunitaria, donde cada apicultor pueda canalizar su producción, y comercializarla luego individual o asociativamente.
A este respecto, desde Producción se considera que no sería improbable lograr un producto local, elaborado asociativamente, para intentar instalarlo en el mercado nacional o internacional.
En un principio, se pensó que las instalaciones de la ex Cabaña Apiario, sobre ruta 188, podían ser la sede de esa planta de extracción. Las instalaciones fueron cedidas en comodato a los apicultores locales; pero la imposibilidad de realizar las inversiones necesarias frena el proyecto. Aunque desde la cartera que conduce Miguel Lalli se procura lograr recursos para sostener esa iniciativa.
Mientras tanto, concomitantemente la cantidad de apicultores y de colmenas en producción a nivel local decrecen de manera regular año tras año. En este sentido, no estaría de más que, paralelamente, se procure implementar alguna estrategia que implique lograr un fomento de la actividad.
POLÍTICAS
Resultaría interesante, en el marco de lo que entendemos deben ser medidas de acción directa a efectos de favorecer, fomentar, sostener, etc., la producción mielífera en este distrito, activar iniciativas concretas para lograr la conclusión de esa sala comunitaria de extracción -lo cual se considera fundamental en el grupo, con miras a estandarizar la producción mielífera local, de acuerdo a las normativas internacionales-, y, en tanto, contribuir desde el propio Estado municipal a reordenar la situación institucional de la asociación de Apicultores local.
Paradójicamente, aunque el potencial que involucra la producción mielífera está intacto, sobre todo si se considera el valor en que se tiene a las mieles argentinas en el mundo, lo cierto es que la actividad, lejos de ser rentable, apenas aparece como de subsistencia, ante un panorama general en el que el avance irreductible de la sojización de los campos y los límites acotados de la producción, proponen una situación apenas de subsistencia.
Esta dificultosa coyuntura es la que atraviesan los productores locales de miel.
Por otro lado, se suma a esto la falta de fondos para concluir con las obras de instalación de la sala comunitaria de extracción que se pretende habilitar en el predio de la Cabaña Apiario, en ruta nacional 188. En rigor, más que para las obras de infraestructura, lo que se requeriría sería de asistencia para la instalación de las maquinarias necesarias.
Es que el subsidio oportunamente otorgado a la entidad, en rigor quedó licuado hace ya mucho tiempo, fundamentalmente cuando se produjo el auge de la actividad constructora, que incidió en subas de precios de los materiales, más el proceso inflacionario vigente.
Si bien no es tanto lo que falta, es fundamental para los apicultores locales concluir esa obra, con miras, de movida, a estandarizar la producción local de miel, facilitando su colocación en mercados importantes.
Lograr, entonces, una producción mielífera a nivel local normatizada y regulada, es conditio sine qua non para cumplir con los estándares de calidad exigidos a nivel de comercio internacional para el producto.
HERRAMIENTAS
En virtud de la cantidad y calidad que estamos en condiciones de producir desde Rojas -donde tenemos apicultores experimentados- no deja de ser llamativo que, en general, no se hayan generado mucho antes políticas y herramientas de gestión definidamente orientadas a la protección, expansión y desarrollo de la producción mielífera.
Resulta claro que esa carencia de políticas se reflejó en el duro golpe que significó, hace dos o tres años, para los apicultores serios la utilización de furanos en miel destinada a embarque, por parte de otros menos serios y responsables: la producción mielífera recibió serias sanciones que confluyeron en un retroceso del mercado; las medidas adoptadas no fueron oportunas, porque no previnieron, sino que tuvieron que remediar el daño, y el reflujo productivo persiste.
Hoy el panorama es otro, pero aún falta mucho, porque un punto crucial en esta coyuntura es convencer a los productores apícolas que esa actividad puede ser muy rentable.
Es que, en este complicado marco, los apicultores -y los locales no escapan a esa situación- han tenido que lidiar con altos costos para contar con estructuras de producción debidamente aprobadas según las estrictas regulaciones existentes y por ende se encuentran desde hace tiempo en un cuello de botella, ya que no logran una rentabilidad que les permita invertir en infraestructura.
Aquí es donde se requeriría de políticas precisas y herramientas de gestión asociativa. En este plano, podría ser un avance el ya referido establecimiento de la sala de extracción comunitaria, donde cada apicultor pueda canalizar su producción, y comercializarla luego individual o asociativamente.
PROBLEMAS
Todo este esquema que imaginamos debe también complementarse con otras medidas. Como por ejemplo políticas de Estado que prevengan problemáticas gravísimas como la mortandad de abejas que se viene denunciando desde hace tiempo.
Esta situación, claramente, se relaciona con el modelo agropecuario llevado adelante por los productores agrícolas basado en la deforestación, el monocultivo de soja, la utilización de variedades transgénicas y la aplicación de herbicidas, insecticidas y fungicidas a escalas masivas.
Obviamente, la deforestación determina en primer lugar la existencia de menos árboles y arbustos, afectando además a las hierbas que crecen a su alrededor, lo cual implica que las abejas encuentren menos alimento.
El avance de la soja, junto a la utilización de agroquímicos (aplicados tanto por vía aérea como por vía terrestre), y la ausencia de rotaciones determinan una simplificación de los agroecosistemas.
Se reduce así la biodiversidad en general y la relativa a los vegetales en particular; es decir que tienden a desaparecer las plantas cultivadas y silvestres que pueden alimentar a las abejas.
Ésta situación implica una dificultad para los apicultores en su objetivo de obtener campos con flora apícola.
Por otra parte, el uso continuo de insecticidas -desde los moderadamente tóxicos para las abejas, como el endosulfan, hasta los altamente tóxicos, como el imidacloprid, el clorpirifos y el fipronil- determina una mayor mortandad de estos insectos sociales.
Paralelamente, el uso permanente de éstos plaguicidas genera resistencia en los insectos perjudiciales (chinches, gusanos, pulgones, etc.) obligando a una mayor utilización mediante el incremento del número de aplicaciones y dosis: un perfecto círculo vicioso.
Dado que las aplicaciones se realizan permanentemente a lo largo del ciclo de cultivo y que suele no comunicarse esta práctica a los apicultores, la mortandad se produce en diferentes épocas.
Así, los productores pueden encontrar colmenas llenas de miel, pero ya sin abejas, dado que éstas murieron durante una fumigación.
Es decir que, además de políticas que fomenten la producción mielífera y estabilicen y fortalezcan las cadenas de comercialización internas o de exportación, también deben adoptarse medidas que tiendan a proteger una rama productiva-industrial que, a no dudarlo, constituye una alternativa económica de primer nivel, más allá de sus avatares actuales.
ASOCIATIVISMO
Ciertamente, y como se desprende lógicamente de lo que hemos visto, hay un excelente nivel de producción a nivel de este distrito y, si en volumen no es algo impactante, sí lo es en cuanto a calidad, dado que a los apicultores locales les sobra conocimiento y capacidad en el rubro.
Pero claramente se trata de esfuerzos individuales. Por ende, no podemos menos que imaginarnos el impacto que se lograría a través de esta alternativa productiva, si se lograse armar una estructura que facilite la mancomunión de esfuerzos.
La base del problema serían ciertas dificultades interpersonales entre los productores para establecer una base de entendimiento común; no es ningún descubrimiento: es un viejo problema el del asociativismo en temas productivos, y así como tantas veces sucedió en proyectos agrícolas o ganaderos, también se replicó en la producción mielífera.
Y ese es uno de los ejes de la problemática. La cuestión es compleja: no todo puede ni debe esperarse de los niveles de la administración del Estado, sea municipal, provincial y/o nacional. También hay que demostrar cierta capacidad de organización. Y organización es mancomunión de esfuerzos.
Es una pena, porque consideramos -estamos absolutamente convencidos de ello- que se está perdiendo una importantísima oportunidad de producción local: un producto rojense, desarrollado por rojenses, comercializado por rojenses que trascienda el distrito para proyectarse a la región, a la provincia y al país. Y, por qué no -no es descabellado ni utópico-, al mundo. Sobre todo considerando la alta demanda de las mieles argentinas en general, y las de esta región en particular.
EN CONCLUSIÓN...
... así está planteada la situación. Las condiciones están, el potencial existe, las posibilidades son concretas.
Pero es fundamental apostar a la organización institucional primero, fortaleciendo la estructura productiva, y gestionar luego las herramientas del Estado que sea menester, para situarnos en condiciones ideales de generar una industria mielífera que pueda posicionarnos en un mercado que tiene proyección internacional.
Y esto, a no dudarlo, no redundará solamente en beneficios individuales para los efectores de un determinado rubro productivo, sino que, si se hacen las cosas bien, sobre una base cooperativa y comunitaria, asociativa y solidaria, será positivo para el conjunto.
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