Más del 90 por ciento de las abejas del Valle se murieron y los apicultores vislumbran un futuro negro. Ayer mantuvieron una reunión en Gaiman para hacer un balance de la situación y decidir los pasos a seguir. Las muertes se produjeron como consecuencia de un otoño demasiado largo que demoró la floración y con ello, las abejas se quedaron sin sus alimentos tradicionales como el polen, el néctar y la sacarosa (?). Para alimentarse debieron hacer demasiado esfuerzo. Entonces, se debilitaron y murieron. Puede decirse que no hay abejas en el Valle y que también se perjudicaron los productores de cereza ya que ante la ausencia del insecto no hubo polinización.
Valeria Williams, propietaria de una Pyme que trabaja con productores de miel del valle y que logró comenzar a insertarse en el mercado local, nacional e internacional comentó a Jornada que “la situación es por demás complicada. Sobre todo para aquellos que vivimos de esto, como es el caso de mi familia y también, de otros productores. No hay abejas, se murieron y prácticamente no habrá producción para la temporada que viene”.
Conocedora a ultranza de todos los secretos para la producción de la miel a partir del “trabajo” de las abejas, la mujer dijo que “ya no hay colmenas, se han quedado vacías el 90 por ciento y esto es muy grave para nosotros”. Williams dijo que reclamarán a Corfo por un monto de dinero cercano a los 900 mil pesos que llegó de Nación a través del Ministerio de Agricultura, pero que por ahora no le llegó a los productores: “No sabemos qué pasó. Y tampoco queremos que ese dinero se gaste en viáticos, estudios o lo que sea. Queremos que llegue a los productores que realmente lo van a necesitar”.
La cosecha de miel es una sola al año. Se realiza entre enero y marzo. Y muchos son los productores que deben vivir los 12 meses del año con la plata que juntan en ese corto tiempo. Este año hubo un rinde aproximado de 15 kilos de miel por colmena. “Pero no fue el mejor. Tuvimos temporadas en que se lograron hasta 20 kilos”, agregó Williams. En la provincia existen 130 productores registrados. De esta cantidad, 24 pertenecen a la zona del Valle Inferior del Río Chubut. Y son los más perjudicados por esta situación la cual hasta ahora tiene un solo responsable: el clima.
Las deficiencias nutricionales que sufrieron las abejas les provocaron la muerte. En el caso de Williams, propietaria de Apícola Patagónica Sur, posee 320 colmenas. Y solo se han salvado una decena. En la temporada pasada hubo una producción cercana a los 28 mil kilos de miel entre los productores. Con Williams trabajan unos 9 quienes han logrado, por las gestiones de la Apícola, tener su propia marca lo que les permite participar en los diferentes mercados.
“Hay algunos productores que se dedican a la apicultura como hobby o para ocupar su tiempo libre. O simplemente porque disfrutan con la actividad. Tienen otros ingresos. Pero en el caso nuestro y el de otros muchos, vivimos de lo que logramos con la venta de la miel. Por eso, avecinamos un panorama “negro” y vamos a necesitar apoyo para sostener nuestra actividad”, manifestó la productora.
Cuando el otoño se alarga, la abeja no consigue sus alimentos tradicionales. Y entonces sale en busca del mielato que es una sustancia viscosa que cae de árboles como los sauces y los álamos. Pero alimentarse de esa manera le consume mucho esfuerzo y energía por lo que no se puede alimentar en forma correcta.
En otros lugares, cuando suceden estos fenómenos climáticos se buscan articulaciones para darle a las abejas alimento artificial. Y así, permitir que siga viviendo y produciendo.
En la reunión que se realizaba anoche, los productores analizaban la posibilidad de pedirle al Gobierno de la provincia que declare la “emergencia apícola” dada la grave situación por la que atraviesa el sector como producto de estas muertes masivas de abejas. Y por supuesto van a buscar saber qué pasó con el dinero que llegó desde Nación que ahora resulta clave para que los productores puedan hacerle frente a esta difícil situación.
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