miércoles 6 de mayo de 2015
http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=374547
Un año mas, un flujo de miel cae por unadelastorresdelaparroquiadeSan Sebastián de Agüimes desde 20 me-tros. Hace las delicias de los golosos y que los turistas miren curiosos una atracción que ocurrió por primera vez en los 90. Se han llegado a contabilizar hasta 9 chorros. Aunque lo parece, no se trata de un milagro.
El reclamo turístico de los brotes de miel por las paredes de la pa-rroquia de San Sebastián de Agüi-mes fue utilizado ya por el turopera-dor alemán TUI hace años, que llegó a bautizarla como La iglesia dulce de Gran Canaria. Y no es para menos. Desde la década de los años 90 del pasado siglo, comenzó a manar miel por varios muros de la fachada y to-rreslateralesdelaiglesia,dondelle-garon a contabilizarse en el año 98 hasta 9 chorros todos activos simul-táneamente», detalla el historiador Francisco H. Alemán.
La miel mana siempre en prima-vera, con los primeros calores, y es cuando este acontecimiento se con-vierte en un nuevo atractivo para los turistas que la visitan, que en su mayor parte no se van sin probarla. En estos momentos hay un foco ac-tivado en una de las torres laterales de la morada de la Virgen del Rosa-rio y que como novedad presenta «que la miel nunca había salido tan líquida ni había llegado a nivel del suelo», argumenta Alemán.
La respuesta a esta curiosidad son los panales que año tras año vi-sitan grandes comunidades de acti-vas abejas que han horadado peque-ñas fisuras en piedras del frontis y torres, que es por donde entran «y han debido colonizar buena parte del interior». No obstante, se desco-noce exactamente las dimensiones «o lo que han elaborado dentro, por-que la parroquia de San Sebastián está declarada Monumento Históri-co Artístico y no se puede tocar y la fisura es demasiado pequeña para ver el interior». También se desco-noce el tipo de abeja que es, africana o la canaria, «y si es esta última, está protegida y no es tan fácil».
Un año mas, un flujo de miel cae por unadelastorresdelaparroquiadeSan Sebastián de Agüimes desde 20 me-tros. Hace las delicias de los golosos y que los turistas miren curiosos una atracción que ocurrió por primera vez en los 90. Se han llegado a contabilizar hasta 9 chorros. Aunque lo parece, no se trata de un milagro.
El templo, de estilo Neoclásico Canario, que comenzó a construir-se en 1796, no corre peligro por los ríos de miel que se filtran al exte-rior y caen sus paredes. «Lo único que ocasionan son manchas, pues los cercos oscuros se quedan una vez que deja de manar», explica el investigador agüimense. Es más, la miel aporta propiedades a la pie-dra», apunta.
Pero al tratarse de grandes co-munidades de abejas, el peligro ra-dica en las picaduras que han oca-sionado a ciudadanos o turistas que tratan de espantarlas, sobre todo te-niendoencuentaqueseencuentran en la zona de la villa de más concu-rrencia de personas, en pleno cora-zón del casco antiguo de Agüimes.
Por ello, durante estas décadas se ha recurrido a apicultores loca-les para que trataran de desviar el foco de abejas de la iglesia hacia otras colmenas y atraerlas con hor-monas incluso, «pero deben tener un sentido muy arraigado porque siempre vuelven al mismo sitio», asegura del catedrático en historia.
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España. Miel por los muros de la iglesia de Agüimes
(Foto: Domingo Martín)
Atracción. Un grupo de turistas se para este fin de semana delante del chorro de miel que llega casi al suelo y miran a lo alto del templo.
María José Pallarés 
/ Las Palmas de Gran Canaria
/ Las Palmas de Gran Canaria
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El reclamo turístico de los brotes de miel por las paredes de la pa-rroquia de San Sebastián de Agüi-mes fue utilizado ya por el turopera-dor alemán TUI hace años, que llegó a bautizarla como La iglesia dulce de Gran Canaria. Y no es para menos. Desde la década de los años 90 del pasado siglo, comenzó a manar miel por varios muros de la fachada y to-rreslateralesdelaiglesia,dondelle-garon a contabilizarse en el año 98 hasta 9 chorros todos activos simul-táneamente», detalla el historiador Francisco H. Alemán.
La miel mana siempre en prima-vera, con los primeros calores, y es cuando este acontecimiento se con-vierte en un nuevo atractivo para los turistas que la visitan, que en su mayor parte no se van sin probarla. En estos momentos hay un foco ac-tivado en una de las torres laterales de la morada de la Virgen del Rosa-rio y que como novedad presenta «que la miel nunca había salido tan líquida ni había llegado a nivel del suelo», argumenta Alemán.
La respuesta a esta curiosidad son los panales que año tras año vi-sitan grandes comunidades de acti-vas abejas que han horadado peque-ñas fisuras en piedras del frontis y torres, que es por donde entran «y han debido colonizar buena parte del interior». No obstante, se desco-noce exactamente las dimensiones «o lo que han elaborado dentro, por-que la parroquia de San Sebastián está declarada Monumento Históri-co Artístico y no se puede tocar y la fisura es demasiado pequeña para ver el interior». También se desco-noce el tipo de abeja que es, africana o la canaria, «y si es esta última, está protegida y no es tan fácil».
Un año mas, un flujo de miel cae por unadelastorresdelaparroquiadeSan Sebastián de Agüimes desde 20 me-tros. Hace las delicias de los golosos y que los turistas miren curiosos una atracción que ocurrió por primera vez en los 90. Se han llegado a contabilizar hasta 9 chorros. Aunque lo parece, no se trata de un milagro.
El templo, de estilo Neoclásico Canario, que comenzó a construir-se en 1796, no corre peligro por los ríos de miel que se filtran al exte-rior y caen sus paredes. «Lo único que ocasionan son manchas, pues los cercos oscuros se quedan una vez que deja de manar», explica el investigador agüimense. Es más, la miel aporta propiedades a la pie-dra», apunta.
Pero al tratarse de grandes co-munidades de abejas, el peligro ra-dica en las picaduras que han oca-sionado a ciudadanos o turistas que tratan de espantarlas, sobre todo te-niendoencuentaqueseencuentran en la zona de la villa de más concu-rrencia de personas, en pleno cora-zón del casco antiguo de Agüimes.
Por ello, durante estas décadas se ha recurrido a apicultores loca-les para que trataran de desviar el foco de abejas de la iglesia hacia otras colmenas y atraerlas con hor-monas incluso, «pero deben tener un sentido muy arraigado porque siempre vuelven al mismo sitio», asegura del catedrático en historia.
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