martes 23 de mayo de 2017
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El Mal del Río afecta Uruguay
Una encuesta desarrollada en Uruguay años atrás puso en evidencia el alto porcentaje de pérdida de colmenas cada año (cerca del 30%), y alertó a los especialistas sobre la situación.
Históricamente, una pérdida de un 10% de las colmenas solía ser una cifra aceptable para los productores uruguayos.
Como en todo el mundo, los principales enemigos de las abejas son los agentes patógenos (ácaros, virus y hongos). De estos, el ácaro Varroa destructor, que se reproduce dentro de las colmenas y es capaz de destruir colonias enteras, es el peor. Además es portador de virus, lo que lo convierte en un vector de transmisión entre las colmenas.
Sin embargo, principalmente en los departamentos del norte uruguayo entre Diciembre y Enero aparece otro fenómeno donde mueren repentinamente larvas de uno o dos días de vida. De esta forma, la población adulta de la colmena no se repone y se da paso, paulatinamente, a la desaparición de la colonia. Esto se conoce como Mal de Río y toma ese nombre porque ocurre cerca de ríos y arroyos.
“Se conoce desde hace más de 50 años y ha aparecido de manera esporádica, sobre todo en el norte del país. Luego se fue extendiendo y fue apareciendo cada vez con más frecuencia hasta que hace algunos años llegó a causar perjuicios importantes, al punto que los apicultores llegaron a presionar mucho para que se investigue sobre el tema”, explicó Ciro Invernizzi, doctor en Ciencias Biológicas de la Sección de Etología de la Facultad de Ciencias de la Universidad del Uruguay quien se dedica a estudiar las causas de muerte de abejas por agentes patógenos.
Características
El Mal del Río es un problema estacional, de origen toxicológico, que mata a las larvas, y que puede producir el colapso de la colonia por falta de reposición, ya que al morir las larvas no se da el recambio generacional y la colmena va disminuyendo considerablemente su población.
El problema fue diagnosticado en el año 1951 en Uruguay, y desde entonces poco se avanzó en su conocimiento. En las últimas décadas se ha vuelto más frecuente.
Las colonias de abejas disponen a su cría en celdas, y estas pueden contener huevos, larvas o cría operculada, el conjunto de todas las celdas ocupadas por los distintos estadios de la cría, se conoce como cámara de cría. El Mal del Río es difícil de diagnosticar en las revisiones de rutina, pues la cámara de cría se distribuye en muchos marcos. La fotografía es una excelente opción para medir objetivamente la cámara con un mínimo de estrés para la colonia, de forma que puede hacerse periódicamente y registrar su evolución.
Situación medioambiental
Se tienen registros del Mal del Río desde hace mucho tiempo y en un principio se conoció como Mal del Santa Lucía porque los primeros registros de esta enfermedad hablan de que se daba en las márgenes de ese río en una época del año cuando había pocas floraciones. Las abejas que estaban cerca del río se enfermaban y teniendo en cuenta la situación medio ambiental donde los ríos están cada vez más contaminados, se fue pensando que ese era el problema que iba creciendo.
Sin embargo, hace un tiempo un grupo de investigadores encontró un posible vector de la enfermedad. Es un insecto que se desarrolla en los márgenes de ríos y arroyos y segrega una sustancia que contiene azucares y es muy consumida por la abejas.
Cuando las abejas no tienen muchas plantas, visitan las que alojan dicho vector y el néctar que ellas consiguen allí tiene algo que afecta a las larvas en los primeros días de eclosionadas.
Las abejas producen miel de la secreción de lo que es el néctar de las flores pero también está la miel de mielatos que son secreciones que tienen las plantas en las hojas o las yemas o también puede ser porque intervienen animales.
Estas mieles de mielatos tienen un valor agregado importante cuando los apicultores pueden acumular una buena cantidad e identificarlos, pero no es lo que sucede en Uruguay porque no están acostumbrados a lo que se llama las mieles de corte.
La abeja pone el huevo, y a los tres días nace la larva, etapa en la cual es muy sensible; pasados los primeros días ya no es más sensible si el alimento que le ofrece la abeja no tiene ese componente. La larva muere en ese período crítico y se corta el ciclo que tiene la abeja, ciclo constante donde permanentemente está generando nueva cría.
¿Cómo salvarlas?
La única forma de salvar a esas abejas es sacarla de ese entorno, sacarle toda la miel que tiene, agregándole crías sanas de otras colmenas lo que significa una pérdida importante para los apicultores.
Además se debe buscar biodiversidad floral, para reducir el impacto de las secreciones que puedan adquirir de floraciones contaminadas con otras “sanas”.
Históricamente, una pérdida de un 10% de las colmenas solía ser una cifra aceptable para los productores uruguayos.
Como en todo el mundo, los principales enemigos de las abejas son los agentes patógenos (ácaros, virus y hongos). De estos, el ácaro Varroa destructor, que se reproduce dentro de las colmenas y es capaz de destruir colonias enteras, es el peor. Además es portador de virus, lo que lo convierte en un vector de transmisión entre las colmenas.
Sin embargo, principalmente en los departamentos del norte uruguayo entre Diciembre y Enero aparece otro fenómeno donde mueren repentinamente larvas de uno o dos días de vida. De esta forma, la población adulta de la colmena no se repone y se da paso, paulatinamente, a la desaparición de la colonia. Esto se conoce como Mal de Río y toma ese nombre porque ocurre cerca de ríos y arroyos.
“Se conoce desde hace más de 50 años y ha aparecido de manera esporádica, sobre todo en el norte del país. Luego se fue extendiendo y fue apareciendo cada vez con más frecuencia hasta que hace algunos años llegó a causar perjuicios importantes, al punto que los apicultores llegaron a presionar mucho para que se investigue sobre el tema”, explicó Ciro Invernizzi, doctor en Ciencias Biológicas de la Sección de Etología de la Facultad de Ciencias de la Universidad del Uruguay quien se dedica a estudiar las causas de muerte de abejas por agentes patógenos.
Características
El Mal del Río es un problema estacional, de origen toxicológico, que mata a las larvas, y que puede producir el colapso de la colonia por falta de reposición, ya que al morir las larvas no se da el recambio generacional y la colmena va disminuyendo considerablemente su población.
El problema fue diagnosticado en el año 1951 en Uruguay, y desde entonces poco se avanzó en su conocimiento. En las últimas décadas se ha vuelto más frecuente.
Las colonias de abejas disponen a su cría en celdas, y estas pueden contener huevos, larvas o cría operculada, el conjunto de todas las celdas ocupadas por los distintos estadios de la cría, se conoce como cámara de cría. El Mal del Río es difícil de diagnosticar en las revisiones de rutina, pues la cámara de cría se distribuye en muchos marcos. La fotografía es una excelente opción para medir objetivamente la cámara con un mínimo de estrés para la colonia, de forma que puede hacerse periódicamente y registrar su evolución.
Situación medioambiental
Se tienen registros del Mal del Río desde hace mucho tiempo y en un principio se conoció como Mal del Santa Lucía porque los primeros registros de esta enfermedad hablan de que se daba en las márgenes de ese río en una época del año cuando había pocas floraciones. Las abejas que estaban cerca del río se enfermaban y teniendo en cuenta la situación medio ambiental donde los ríos están cada vez más contaminados, se fue pensando que ese era el problema que iba creciendo.
Sin embargo, hace un tiempo un grupo de investigadores encontró un posible vector de la enfermedad. Es un insecto que se desarrolla en los márgenes de ríos y arroyos y segrega una sustancia que contiene azucares y es muy consumida por la abejas.
Cuando las abejas no tienen muchas plantas, visitan las que alojan dicho vector y el néctar que ellas consiguen allí tiene algo que afecta a las larvas en los primeros días de eclosionadas.
Las abejas producen miel de la secreción de lo que es el néctar de las flores pero también está la miel de mielatos que son secreciones que tienen las plantas en las hojas o las yemas o también puede ser porque intervienen animales.
Estas mieles de mielatos tienen un valor agregado importante cuando los apicultores pueden acumular una buena cantidad e identificarlos, pero no es lo que sucede en Uruguay porque no están acostumbrados a lo que se llama las mieles de corte.
La abeja pone el huevo, y a los tres días nace la larva, etapa en la cual es muy sensible; pasados los primeros días ya no es más sensible si el alimento que le ofrece la abeja no tiene ese componente. La larva muere en ese período crítico y se corta el ciclo que tiene la abeja, ciclo constante donde permanentemente está generando nueva cría.
¿Cómo salvarlas?
La única forma de salvar a esas abejas es sacarla de ese entorno, sacarle toda la miel que tiene, agregándole crías sanas de otras colmenas lo que significa una pérdida importante para los apicultores.
Además se debe buscar biodiversidad floral, para reducir el impacto de las secreciones que puedan adquirir de floraciones contaminadas con otras “sanas”.
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