miércoles 28 de junio de 2017
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Colmenares de polinización de la Fundación Amigos de las Abejas, su entorno geobotánico.
- 27 Enero, 2017
La Fundación Amigos de las Abejas posee un total de 6 colmenares de polinización, todos ellos situados en la Provincia de Guadalajara, entre las comarcas naturales de la Sierra de Ayllón (cinco colmenares) y el Alto Tajo (un colmenar).
Sierra de Ayllón:
–Peña del Guijo (Hayedo de Tejera Negra / Cantalojas): 20 colmenas Layens
–Ermita de San Pedro (Valle de Sonsaz / Cantalojas): 20 colmenas Layens
–Arroyo de la Angostura (Valverde de los Arroyos): 6 colmenas Perfección
–Solana del Bacho (Campillo de Ranas): 6 colmenas Perfección
–Monte de Jócar (Arbancón): 20 colmenas Layens
Alto Tajo:
–Pinar de Selas (Selas): 20 colmenas Layens
SIERRA DE AYLLÓN:
Los dos colmenares situados en Cantalojas (Tejera Negra y Valle de Sonsaz) se encuentran en lugares de orografía montañosa, muy apartados, con duros inviernos y de difícil acceso. Su finalidad es la de polinizar áreas forestales remotas en donde ya no quedan abejas silvestres para polinizar estos bosques y en donde tampoco existen colmenas de apicultores dada la larga distancia que es preciso recorrer desde los núcleos habitados más cercanos.
El colmenar de Tejera Negra se localiza en una pradera ligeramente elevada sobre el cauce del Río Zarzas, rozando los 1.600 metros de altitud y rodeada de montañas cuyos picos superan los 1.900 e incluso alcanzan los 2.000 metros de altitud. El Valle del Zarzases un valle en “V” típico de montaña, encajado sobre pizarras negras del silúrico. El relieve es muy abrupto con cresterías rocosas que a menudo culminan en escarpados cuchillares.
Su climatología, propia de ámbitos de alta montaña, destaca por sus rigurosos inviernos con fuertes heladas (-2ºC de temperatura media en el mes de enero) y por sus veranos cortos y frescos (15ºC de temperatura media en el mes de julio). Sus precipitaciones se sitúan en torno a los 1.050 milímetros anuales, con frecuentes nevadas invernales, abundantes lluvias durante la primavera y el otoño y nieblas de relieve en verano que mitigan los efectos de una corta sequía estival.
La vegetación dominante son los hayedos (Fagus sylvatica) en las laderas de umbría junto con enclaves relictos de tejos, acebos, serbales, álamos temblones,… y los robledales (Quercus pyrenaica y Quercus petraea) en las laderas de solana. En las cumbres montañosas dominan los matorrales de alta montaña de la asociación brezal-arandanera. La formación del bosque de ribera está compuesta por abedulares (Betula pubescens). Fruto de las explotaciones forestales del pasado, son frecuentes los matorrales de brezo (Erica australis, Erica arborea y Calluna vulgaris), retama (Cytisus scoparius y Genista florida) y piorno (Adenocarpus hispanicus). Existen también pinares de repoblación de Pinus sylvestris.
Tejera Negra es un macizo montañoso muy apartado, de difícil acceso y con una climatología muy adversa, lo que propicia que no sea aprovechado ni por los apicultores locales ni por los transhumantes. Antaño, en los troncos huecos de los ejemplares centenarios de hayas y robles había enjambres de abejas silvestres que, a falta de las colmenas de los apicultores, cumplían la importantísima misión de polinizar estos bosques y matorrales de montaña. Pero desde la aparición de la Varroa estos enjambres silvestres han terminado por desaparecer, existiendo un déficit de polinizadores en áreas de montaña remotas como la que nos ocupa.
(*) Una anécdota: los pastores y ganaderos que en verano llevaban a pastar sus reses a los prados de montaña de Tejera Negra se aprovisionaban debidamente de miel. Cogían estiércol de vaca seco, le prendían fuego y lo arrojaban en el interior de los troncos huecos de los árboles centenarios donde había enjambres de abejas. Las abejas se quedaban aturdidas por la presencia del humo, momento en el cual los pastores aprovechaban para introducían el brazo, previamente envuelto en una camisa, en el interior de la oquedad del árbol para robarle la miel a las abejas.
El colmenar de polinización que la Fundación Amigos de las Abejas posee en Tejera Negra cumple una gran labor ecológica al contribuir al mantenimiento de la biodiversidad de los ecosistemas de flora de montaña: hayedos, robledales, praderas de cervunal, matorral y pastizal de alta montaña,…ecosistemas de una gran riqueza biológica a la par que de una gran fragilidad frente a agentes externos: sobreexplotación del medio, incendios, los efectos que a corto-medio plazo puede producir el cambio climático,…en definitiva, la pérdida de biodiversidad.
Una segunda labor de polinización más específica que cumple el único colmenar de montaña presente en el interior del Macizo de Tejera Negra, es la de colaborar en la recuperación de la cubierta vegetal original tras el incendio sufrido por los pinares de repoblación de la cabecera del Valle del Zarzas. Un denso brezal-retamar cubre en la actualidad la ladera de solana donde antaño hubo un pinar de repoblación que quedó calcinado tras un incendio forestal sufrido hace ya más de dos décadas. Entre el tupido matorral, despuntan jóvenes ejemplares de hayas, robles, abedules, serbales de cazadores,…Pero la labor de recuperación del bosque autóctono está siendo muy lenta en esta ladera y una de las medidas para acelerar los procesos de recuperación de la cubierta vegetal original ha sido la de instalar el colmenar de polinización propiedad de la Fundación Amigos de las Abejas.
El colmenar del Valle de Sonsaz se localiza en una pradera de solana a unos 1.650 metros de altitud, en la cabecera del valle y en las inmediaciones de las fuentes que dan origen al Río Sonsaz. El relieve es alomado, con cerros pizarrosos que superan los 1.800 metros de altitud. Al igual que el colmenar anterior, es un lugar apartado, de climatología adversa, de difícil acceso y en donde tampoco hay colmenas de apicultores que puedan colaborar en las tareas de polinización.
Las condiciones climatológicas son similares a las del colmenar de Tejera Negra, es decir un clima frío y húmedo de montaña con frecuentes nevadas en invierno y un período de heladas seguras durante diez meses al año.
El robledal (Quercus pyrenaica y Quercus petraea) era el bosque original en el Valle de Sonsaz, junto con reductos de especies de flora atlántica: tejedas, acebedas, abedulares y probablemente algún rodal de hayas. Pero el relieve alomado de la cabecera de este valle, con la ausencia de profundos barrancos o escarpes verticales, unido a los frescos y húmedos veranos que se registran, provocaron la desaparición de este bosque original para la obtención de pastizal de montaña. Pastos de verano donde acudían miles de cabezas de ganado ovino y también de vacuno procedentes del Sur en busca de pastos frescos y tiernos.
En la década de los 50 del pasado siglo ya no se practicaba la trashumancia y el antiguo ICONA repobló de pinos silvestres (Pinus sylvestris) toda la cabecera del valle. Con la desaparición de la ganadería, los matorrales de brezo (Erica arborea y Erica australis), jara estepa (Cistus laurifolius) y retama de escoba (Cytisus scoparius) volvieron a recuperar rápidamente los terrenos que antaño eran pastizal.
(*) Nota: la huella trashumante todavía está presente en la cabecera del Valle del Sonsaz. Se conservan las ruinas de una antigua venta para viajeros, La Venta de la Vieja, al igual que las ruinas de dos ermitas, San Pedro y Santa Ana, donde practicaban el culto religioso los pastores trashumantes y las ruinas de numerosos “chozos” y “casillas” de pastores donde se refugiaban o pernoctaban durante su estancia estival. Por el valle cruzaba un cordel de la Cañada Real y en la toponimia local aparecen nombres ligados a la ganadería: Collado de La Mesta, Collado de las Tijerillas, Los Casarejos, Reajo de las Yeguas,…
El colmenar que la Fundación Amigos de las Abejas posee en la cabecera del Valle del Sonsaz cumple el papel de colmenar de polinización de un área remota de montaña en donde hay déficit de insectos polinizadores y en donde tampoco hay colmenares de apicultores locales ni transhumantes. Pero hasta hace pocos años este colmenar de Sonsaz era conocido como el “Colmenar 00” y se instaló precisamente en un lugar tan apartado con la finalidad de experimentar la incidencia de la Varroa en unas colmenas libres de tratamiento veterinario alguno, en un lugar libre de contaminación y libre de pesticidas. Las muestras de Varroa eran recogidas anualmente y analizadas en laboratorio como parte un ensayo para conocer la resistencia de la misma y los posibles medios para su erradicación.
El colmenar de Valverde de los Arroyos se encuentra en las faldas del Pico Ocejón (2.049 metros), al pie de un pequeño escarpe en la ladera del Arroyo de la Angostura. El clima del lugar donde se localiza este colmenar es mucho más benigno que el de los colmenares de montaña situados algo más al Norte, en Cantalojas.
Valverde de los Arroyos se asienta sobre un terreno cuarcítico de relieve típicamente “apalachense”, con una sucesión de antiguos plegamientos francturados, agudos cresteríos y laderas pedregosas de fuerte pendiente.
Es un terreno dominado por el brezal (Erica australis, Erica arborea y Calluna vulgaris) – cantuesar (Lavandula stoechas). Antaño era un terreno ocupado por el robledal o melojar húmedo de Quercus pyrenaica con la presencia de enclaves con especies de óptimo eurosiberiano: álamo temblón (Populus tremula), serbal de cazadores (Sorbus aucuparia), acebo (Ilex aquifolium),…pero las quemas para la obtención de pastos terminaron por esquilmar prácticamente estos bosques.
En las últimas décadas, el bosque de robles autóctono se ha recuperando de manera sorprendente en el fondo del valle donde se asienta el colmenar. A ello ha contribuido la emigración a las ciudades, el abandono de las actividades tradicionales y las propias condiciones microclimáticas de Valverde de los Arroyos, con inviernos y veranos suaves y abundantes precipitaciones durante la primavera y el otoño. Junto a los robles, podemos ver magníficos ejemplares de álamos y jóvenes pies de castaño (especie introducida en época relativamente reciente pero que se ha asilvestrado en el bosque de su entorno).
La apicultura tradicional siempre ha estado muy arraigada en Valverde de los Arroyos gracias a su clima benigno y a la abundancia de plantas melíferas, existiendo numerosos apicultores locales y habiéndose celebrado por parte de la Fundación Amigos de las Abejas cursillos de apicultura en la localidad.
El colmenar de polinización de Valverde está aportando su granito de arena a la regeneración del bosque autóctono tras siglos de sobreexplotación del medio, pero a su vez este colmenar cumple una misión educativa ya que forma parte del proyecto de apiturismo conocido como “Rutas de Flora y Miel”.
(*) Nota: la Fundación Amigos de las Abejas en colaboración con la asociación Viajando por los Pueblos Negros ha diseñado y señalizado un sendero de apiturismo en Valverde de los Arroyos con el fin de divulgar y concienciar a la población acerca del importante papel que juegan la abeja melífera y la apicultura en la polinización y el mantenimiento de los ecosistemas.
El colmenar de Campillo de Ranas se localiza en la ladera de solana contigua a una dehesa del pueblo. La topografía del entorno es relativamente llana con pequeños barrancos pizarrosos que delimitan superficies de erosión compuestas por cantos rodados.
Sus condiciones climatológicas son diferentes a las de la vertiente septentrional de la comarca, con una menor presencia de nieve en invierno, veranos más calurosos y un nivel de precipitaciones algo menor.
Su vegetación climax es el melojar de Quercus pyrenaica si bien el robledal original ha quedado reducido a pequeñas manifestaciones aisladas de monte bajo o a dehesas con ejemplares dispersos de robles trasmochados, dominando en el paisaje actual el matorral de sustitución compuesto por jarales de Cistus ladanifer (jara pringosa).
Las quemas para la obtención de pastos, el carboneo, una agricultura cerealista de subsistencia y el sobrepastoreo fruto de una importante carga ganadera, produjeron una paulatina pérdida de suelos que en la actualidad, pese al cese de la mayor parte de las actividades tradicionales, se traduce en una inapreciable recuperación de la cubierta forestal original.
Es terreno de una gran tradición apícola, tanto en la actualidad como en el pasado y así lo demuestra la destacada presencia de antiguos colmenares con colmenas de tronco e incluso la presencia de un “cortín”, de los tiempos en los que hubo osos por estos parajes.
Al igual que en el caso del colmenar de polinización anterior, el colmenar de Campillo de Ranas no solo colabora en el mantenimiento de los ecosistemas naturales a través de la polinización sino que también posee una función divulgativa al formar parte de otro de los recorridos de apiturismo interpretativos conocidos como “Rutas de Flora y Miel”.
El colmenar del Monte de Jócar se encuentra en la vertiente Sur de la Sierra de Ayllón, en el contacto entre los materiales siliceos de la sierra, una orla de calizas que rodea a la misma y las tierras arcillosas de superficies llanas o rañas que preceden al Valle del Henares. Su climatología también es la propia de un terreno de transición entre la montaña y la llanura, poseyendo características de ambos; inviernos algo más fríos que en el llano y veranos algo más calurosos que en la sierra. El total de precipitaciones también es ligeramente superior al del Valle del Henares pero inferior al que se registra en la Sierra de Ayllón.
La variedad litológica nos aporta a su vez variedad en el tapiz vegetal. En el sector pizarroso de la sierra, la vegetación potencial es la del melojar (Quercus pyrenaica) y el encinar (Quercus rotundifolia) en las solanas y fondos de barrancos. Las quemas para la obtención de pastos y el carboneo esquilmaron el robledal dando paso a un matorral de sustitución donde son dominantes la jara pringosa (Cistus ladanifer) y los enebros (Juniperus communis y Juniperus oxycedrus). En el período de reforestaciones llevado a cabo por el ICONA durante la segunda mitad del siglo XX estos montes fueron repoblados con pino resinero (Pinus pinaster).
En la orla de calizas, la vegetación potencial es la del sabinar albar (Juniperus thurifera) con la presencia de encinas y enebros como principales especies acompañantes y el cantuesar-tomillar como etapa final de sustitución. Un incendio forestal acaecido recientemente, destruyó en parte la mejor representación de sabinar albar del Monte de Jócar. La labor de polinización que ejercen las abejas de este colmenar sin duda que aumenta su valor como “restauradoras del monte” tras dicho incendio.
En las superficies arcillosas de raña, la vegetación potencial es la del quejigar (Quercus faginea). Las partes llanas culminantes se encuentran cultivadas por cereal de secano, mientras que las laderas están pobladas por monte bajo de quejigar y matorrales de jara pringosa y enebros como su etapa de sustitución. El quejigar fue en tiempos carboneado y presenta un aspecto achaparrado. Los bordes de las superficies de raña presentan llamativas y profundas cárcavas que nos hablan de episodios pasados de sobreexlotación del quejigar.
ALTO TAJO:
El colmenar del Pinar de Selas se ubica en terrenos de roca arenisca y conglomerados. Su clima es marcadamente continental con inviernos largos y fríos y veranos cortos y frescos, rondando el total de sus precipitaciones los 600 milímetros anuales.
El melojar (Quercus pyrenaica) en las vaguadas húmedas, el quejigar (Quercus faginea) en los suelos arenosos y mejor desarrollados y el pinar resinero o “rodeno” (Pinus pinaster) en los terrenos más rocosos y de mayor pedregosidad son su vegetación climax, destacando entre los matorrales de sustitución la jara estepa (Cistus laurifolius), la lavatera (Lavatera oblongifolia), el enebro (Juniperus communis) o en las vaguadas más húmedas el brezo blanco (Erica arborea).
La comarca donde se encuentra el colmenar de Selas experimentó un importante desarrollo de la industria resinera con la creación de fábricas para la transformación de la resina en Mazarete y Anquela del Ducado. Ello supuso el favorecimiento del pinar resinero para la extracción de la resina en detrimento del melojar y el quejigar, transformando prácticamente toda la Sierra del Ducado en un extenso pinar resinero monoespecífico.
Las masas boscosas de pinar monoespecífico son propensas a sufrir grandes incendios y en el año 2005 un devastador incendio se llevó por delante 13.000 Hectáreas de pinar y 11 vidas humanas. Poco más de una década después de aquella tragedia la vegetación autóctona continúa con el lento proceso de regenerado del monte. Todavía no es un bosque como antes, sino un terreno cubierto por matorral donde despuntan ejemplares dispersos de melojos, quejigos y pinos resineros que con el tiempo terminarán por formar un bosque mixto, alejado de aquel pinar monoespecífico de antaño.
El colmenar de polinización que la Fundación Amigos de las Abejas posee en el Pinar de Selas forma parte del proyecto de medidas encaminadas a la recuperación de la vegetación natural tras el gran incendio del año 2005. Una pequeña labor de polinización para un territorio a recuperar demasiado grande pero sin duda una gran labor no exenta de sentimentalismo.
Trabajo de campo elaborado por D. Joaquín Castelo Schremmer, naturalista, especializado en geobotánica, regidor de la Casa Rural Valdicimbrio en Cantalojas, Guadalajara y miembro del Patronato de la Fundación Amigos de las Abejas.
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