La disminución productiva es del orden de los 10 kilos por colmena, pero además hay dificultades para colocar la miel en el exterior.
Como anunció nuestro medio oportunamente en ediciones anteriores, las exportaciones de miel uruguaya se vieron reducidas significativamente en los últimos años como consecuencia de la contaminación de las mismas con trazas de glifosato.
Claro ejemplo de esto es que en Noviembre de 2017 quedaban unas 2.000 toneladas sin comercializar de la zafra 16/17 y en Noviembre de  2018  la  situación  se  agravó  ya  que restaban  comercializar  unas  3.500  toneladas  de unas   9.000   toneladas   producidas   en   la   zafra 17/18 (39%), y al respecto desde la  Asociación   de Exportadores  de  Miel  (ADEXMI) se  reconoce  que  no  se  pudo  exportar  la  miel  en el momento  oportuno y  a  valores  más  razonables  por  su  alto contenido  de  precisamente de glifosato.
Otra arista que preocupa sustancialmente a la Sociedad Apícola Uruguaya (SAU), la cual aportó todos estos datos en un informe que nuestro medio presenta en versión periodística, es la vinculada a la disminución en los volúmenes de producción, ya que se pasó en pocos años de producir 25 a 30 kilos por colmena a solamente 16.
Desde   el   Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pezca (MGAyP) a  se ha argumentado que   el   cambio   climático   es   el   responsable   del   deterioro, sin embargo el modelo agroproductivo  basado en  extensas  áreas  monoflorales con  uso  y  abuso  de  insecticidas  y herbicidas,  como  causa principal  del  daño  que  sufren  las  colonias  de  abejas, no  ha  sido encarado efectivamente por   parte   de las autoridades desde   que   los   apicultores   lograran   la abolición del uso foliar del fipronil en 2009.

A pesar de las adversidades antedichas, los apicultores de todo el país transmitían al inicio de  la  zafra  actual  un  moderado  optimismo  ya  que  las  colmenas  habían  atravesado  la invernada   sin   mayores   problemas   sanitarios   y/o   nutricionales,   arrancando   con   un desarrollo  temprano  y  buenas  expectativas  de  alta  producción  de miel  por  colmena.  La esperanza  de  que  un  buen  rendimiento  por  colmena  permitiera  paliar  los  bajos  precios que  se  pagan  actualmente  por  la  miel,  comenzó  a  desvanecerse  avanzada  la  primavera. Desde fines de noviembre hasta mediados de enero las condiciones del tiempo se tornaron desfavorables:   temperaturas   bajas,   abundantes  días   nublados,   abundantes   lluvias  y vientos primaverales, frenaron el desarrollo de las colmenas en varias regiones del país y en  algunos casos,  comenzaron  a  consumir  las  reservas  de  alimentos.
En dos informes no oficiales más del 70% de las muestras estuvieron por encima de 50ppb.
El costo de producción por colmena sigue en aumento año a año, superando ampliamente los 40 dólares (incluyendo  la  mano  de  obra). ¿Qué  ganancia  tiene  un  apicultor  que produce 30 kg de miel sin glifosato por colmena y la vende a 1,60 U$D/kg? ¿Qué ganancia le  queda  a  un  apicultor  que  produce  16  kg  de  miel  con más  de  50  ppb  de  glifosato  y sólo puede  vender  el  60%  de  lo  producido a  un  valor  de  1,20  U$D/kg?  ¿Cuántos  apicultores podrán continuar en los próximos años si considerásemos que la inmensa mayoría de los casi  2.500  que  quedan  de  los  4.000  del  registro  2008, producen  mieles  con  contenido  de glifosato muy superior a 50 ppb?, todas preguntas que el contundente informe de la SAU se realiza pero que por el momento nadie le responde, y además hace referencia a los aportes o no aportes realizados desde el Ministerio en los últimos años. “Hasta  ahora  ningún  aporte  ha  sido  significativo; pasado, presente  y  expectativas  lo  atestiguan.  Fueron  aprobados  tres  planes  de  emergencia  por disturbios  climáticos:  2015,  2016  y  2018.  A  los  dos  últimos  sólo  pudieron  acceder  los productores  familiares.  De  unos  1000  apicultores  familiares,  ¡menos  de  100  aspiraron  al plan  de  emergencia  2018!  El  exiguo  monto  por  colmena  y  el  gran  riesgo  de  no  poder pagarlo,  desestimuló  a  los  potenciales  beneficiarios.  También  hubo  a  partir  de  este  año una rebaja del gas oíl (al alcance de no todos los apicultores) de baja cuantía y con un tope que no cambia la realidad económica de los productores”, enfatiza.
En tanto que con respecto al usos de insecticidas y/o herbicidas, lo  hecho  hasta ahora ha sido amparar la situación, disimular la gravedad de los hechos e intentar medidas para  que  los  apicultores  emigren  con  sus  colmenas  y  un  porcentaje  bajo  de  ellos  pueda comercializar   la   miel.  ¿Cuánto se investigó y sancionó en el caso de las mortandades masivas de colonias de abejas ocurrido en agosto de 2017 en Salto?
Desde   2011, el   Ministerio   le   promete   al   sector y   lo   manifiesta reiteradamente ante la opinión pública, la puesta en marcha del Sistema de alerta frente a aplicaciones de agrotóxicos, algo que todavía no está en ejercicio.
1,60 U$D/kg miel con hasta 50 ppb de glifosato y de 1,20 U$D/kg por encima de 50 pp. La diferencia se reduce a 0,28 USD para quienes tengan que pagar el proceso de mezclado.
Para cerrar, el informe resalta que los neonicotinoides y el clorpirifósnos intoxican y matan miles de colonias de abejas. Sin embargo,  es  muy  probable  que  en  corto  plazo  el  daño  que  le  causen  a  la  apicultura  sea insalvable. En 2019 quedarán abolidos los neonicotinoides en la agricultura a cielo abierto en  la  Unión  Europea y, probablemente,  quede  abolido  el  clorpirifós  en  Estados Unidos por  su toxicidad en niños. Desde hace años que en el extranjero se ha detectado neonicotinoides en muestras de miel uruguaya. ¿A quién le venderemos la miel?¿La apicultura nacional volverá a minimizar el problema   ante   la   opinión   pública,  ante   los   consumidores   de   estos insecticidas? Ante  este  panorama  de  cuatro  años  de  retroceso, permanente  y  progresivo, hemos  sido sinceros,  realistas  y  proactivos,  sin  generar  falsas  expectativas.  En  este  sentido  hemos tomado decisiones que impresionan no ser compartidas por la mayoría de los apicultores nacionales, por el MGAP y otros rubros agroproductivos. No preocupan las diferencias. Lo que  nos  debilita  como sector,  es  la  desacreditación  de  opiniones,  de  personas,  de  grupos de personas, institucionalizadas o no; sobretodo, cuando no se demuestran las decisiones eventualmente equivocadas que haya tomado la SAU, ni se aporta ningún plan de trabajo o se involucran en la vida gremial organizada.