martes 30 de noviembre de 2021
Una cooperativa inventó (y exporta) el primer producto
orgánico del mundo para una plaga muy frecuente en las
colmenas
Pampero nació con la idea de “lograr la autosustentabilidad de la apicultura mediante la
democratización de los medios de producción”. Hoy, esta cooperativa exporta su plaguicida
natural único en el mundo. También aporta otras soluciones a los problemas de un sector que
vive en permanente crisis a pesar de que la Argentina es uno de los mayores exportadores mundiales de miel
El pampero es un viento frecuente en los veranos e inviernos del sur bonaerense, las
tormentas cortas que provoca forman parte de la identidad de esa región en la que abundan
los emprendimientos apícolas. En 1996, un plan estatal denominado Cambio Rural buscaba
asistir a los pequeños productores desde las agencias del Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria (INTA) y uno de sus agentes, Raúl Olleta, había sido designado para acompañar
a unidades productivas de miel que intentaban sobrevivir en pueblos cercanos a Bahía Blanca
, en el límite bonaerense con la Patagonia. En ese primer esfuerzo por la supervivencia se
asienta la historia de una cooperativa que hoy ofrece una solución orgánica única en el mundo
a uno de los principales problemas de la apicultura.
“Llamémonos Pampero, por el viento que nos une”, propuso Olleta a los apicultores cuando
empezaron a buscar un nombre con el que identificarse. Todos aceptaron esa identidad que
amalgamaba lo rural con el espíritu solidario que los animaba. Según recuerda la historiadora
Luciana Torresi en su tesis sobre la cooperativa Pampero, titulada Porque el viento nos une…, los productores también apoyaron la filosofía de trabajo de Olleta, hombre afecto a las metáforas
campestres: “El grupo es un carro, el objetivo es llegar a destino, que es el bien de todos; y el
carro no lo lleva el conductor sino que lo llevan todos los miembros del sistema. Tirar en el
momento indicado, eso es lo que hace un grupo”.
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