martes 15 de febrero de 2022
La miel, un paisaje
Cuando catas una miel tus sentidos te hacen descubrir el paisaje que hay detrás de ella.
Te imaginas paseando por el campo y viendo donde se ha posado la abeja a recolectar
néctar o polen para conseguir almacenar suficientes reservas.
En la foto que encabeza esta publicación podemos ver un conjunto vegetal típico del
mediterráneo, que podemos observar en las mieles de primavera.
El tomillo le aportará un néctar aromático, intenso y persistente. Será más o menos
abundante dependiendo de si la metereología ha sido buena, pero como todas las lamiáceas le aportará muy poco polen.
Por eso las mieles de tomillo solo necesitan un 12% de polen para dictaminar la
monofloralidad. Las abejas tendrán que buscar otras floraciones ricas en polen para
acumular reservas de grasa y de proteína, en la foto vemos unas brasicáceas amarillas
que aportarán estos nutrientes.
También vemos las pequeñas flores de llantén, su polen está presente en muchas mieles,
pero solo nos indica que las abejas también la visitan pero solo aporta algo de polen.
Pero también puede ser una multifloral, con aportes de un grupo de plantas que
caracteriza un paisaje como el de garriga, con aportes variados de néctar y polen,
En la apicultura es muy importante conocer lo que aporta cada planta a las abejas para
valorar los asentamientos apícolas y para comprender mejor la evolución de las mieles y
ubicarlas en una zona geográfica.
Si necesitas ampliar tus conocimientos sobre botánica apícola échale una ojeada al
próximo curso (21 de marzo).
Vende el paisaje de tu miel, el consumidor valorará mejora las diferencias sensoriales.
Si quieres más información no dudes en contactar con nosotros.
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