jueves 25 de noviembre de 2011
http://web.lavozdelpueblo.com.ar/campo/1162-apicultor-se-nace
"Con apenas dos años Marcos agarraba el frasquito de zánganos que le traía del colmenar, ponía los bichitos en el piso y los hacía jugar carreras", recuerda Mariana, la mamá.
"El siempre me quiso ayudar y aprende rapidísimo. Si apenas aprendió a caminar empezó a ir al galpón y agarraba los cuadros con la pinza, que eran más pesados que él", cuenta José Luis Elizari, el abuelo.
Si bien las dos anécdotas son elocuentes de la familiaridad que Marcos Sabadini tuvo desde siempre con las abejas, hay una tercera que le otorga el certificado de apicultor precoz. La cuenta el abuelo, todavía con sorpresa: "La primera vez que lo llevé al campo me dio cosa hasta a mí, que hace 35 años que estoy con las colmenas. Porque cuando saqué el cuadro lleno de abejas él metió la cabeza para mirar. Tenía el equipo completo, no le iba a pasar nada, pero es raro que no se haya impresionado".
"Lo que pasa es que esperábamos que cuando las abejas se le vinieran encima se asustara, que es lo que hace toda persona que no sabe. Porque se te llena todo el gorro de abejas y parece que se te van a meter", completa Mariana.
http://web.lavozdelpueblo.com.ar/campo/1162-apicultor-se-nace
Jueves, 24 de Noviembre de 2011 00:14
Marcos Sabadini tiene sólo seis años pero habla de las colmenas como un experimentado productor. Su maestro es José Luis Elizari, su abuelo y apicultor desde hace 35 temporadas, y quien en 2010 le regaló su primera colmena. "Le saqué 20 kilos", dice orgulloso el chiquitín sobre el resultado de su primera cosecha
"Con apenas dos años Marcos agarraba el frasquito de zánganos que le traía del colmenar, ponía los bichitos en el piso y los hacía jugar carreras", recuerda Mariana, la mamá.
"El siempre me quiso ayudar y aprende rapidísimo. Si apenas aprendió a caminar empezó a ir al galpón y agarraba los cuadros con la pinza, que eran más pesados que él", cuenta José Luis Elizari, el abuelo.
Si bien las dos anécdotas son elocuentes de la familiaridad que Marcos Sabadini tuvo desde siempre con las abejas, hay una tercera que le otorga el certificado de apicultor precoz. La cuenta el abuelo, todavía con sorpresa: "La primera vez que lo llevé al campo me dio cosa hasta a mí, que hace 35 años que estoy con las colmenas. Porque cuando saqué el cuadro lleno de abejas él metió la cabeza para mirar. Tenía el equipo completo, no le iba a pasar nada, pero es raro que no se haya impresionado".
"Lo que pasa es que esperábamos que cuando las abejas se le vinieran encima se asustara, que es lo que hace toda persona que no sabe. Porque se te llena todo el gorro de abejas y parece que se te van a meter", completa Mariana.
Mi colmena
Nada de eso pasó con Marcos, que disfrutó de la experiencia. Es más, ese día el abuelo le hizo el núcleo que se transformaría en su primera colmena.
"Desde los cinco años que estoy con las abejas. Un día le pregunté al abuelo si me podía regalar una colmena y ahora ya tengo miel", dice Marcos desde la frescura de sus seis años. "La miel la cosechó el abuelo pero yo lo ayudé", agrega.
Después de contar que las abejas siempre lo pican pero a él eso no le importa, Marquitos habló sobre los habitantes de la colmena: "Adentro viven las abejas, la reina y el zángano. Las abejas traen néctar, la reina pone huevitos y come, y el zángano, que es el marido de la reina, come y duerme. Es medio haragán, no hace nada".
"La miel se cosecha en el verano, y en el invierno hay que curar y darles comida a las colmenas. Pero eso lo hace el abuelo, todavía esas cosas no me las enseñó", cuenta Marquitos como una crítica encubierta. Es más, ahí nomás aprovechó para hacer público un reclamo: "El abuelo siempre me dice que me va a llevar al campo, y al final nunca me lleva".
Ante los dichos del nieto, a José Luis no le queda otra que intervenir: "Es muy chico todavía. Yo le voy enseñando de a poco, pero tiene locura. Entonces quiere ir todos los días a ver las colmenas".
Al final, terminan arreglando el entredicho con una visita al galpón donde el abuelo tiene los materiales y Marcos puede sacarse un poco las ganas.
Elizari cuenta que una vez que hizo el núcleo, Marquitos siguió todo el ciclo de la colmena hasta la cosecha. Y que aprende con una velocidad llamativa.
"Este año voy a tener otra colmena más", cuenta entusiasmado Marcos. Es porque el abuelo va a hacer un núcleo de la que tiene ahora. "Y cuando Gabriel crezca le voy a regalar una", asegura el precoz apicultor en referencia a su hermano de seis meses.
Nada de eso pasó con Marcos, que disfrutó de la experiencia. Es más, ese día el abuelo le hizo el núcleo que se transformaría en su primera colmena.
"Desde los cinco años que estoy con las abejas. Un día le pregunté al abuelo si me podía regalar una colmena y ahora ya tengo miel", dice Marcos desde la frescura de sus seis años. "La miel la cosechó el abuelo pero yo lo ayudé", agrega.
Después de contar que las abejas siempre lo pican pero a él eso no le importa, Marquitos habló sobre los habitantes de la colmena: "Adentro viven las abejas, la reina y el zángano. Las abejas traen néctar, la reina pone huevitos y come, y el zángano, que es el marido de la reina, come y duerme. Es medio haragán, no hace nada".
"La miel se cosecha en el verano, y en el invierno hay que curar y darles comida a las colmenas. Pero eso lo hace el abuelo, todavía esas cosas no me las enseñó", cuenta Marquitos como una crítica encubierta. Es más, ahí nomás aprovechó para hacer público un reclamo: "El abuelo siempre me dice que me va a llevar al campo, y al final nunca me lleva".
Ante los dichos del nieto, a José Luis no le queda otra que intervenir: "Es muy chico todavía. Yo le voy enseñando de a poco, pero tiene locura. Entonces quiere ir todos los días a ver las colmenas".
Al final, terminan arreglando el entredicho con una visita al galpón donde el abuelo tiene los materiales y Marcos puede sacarse un poco las ganas.
Elizari cuenta que una vez que hizo el núcleo, Marquitos siguió todo el ciclo de la colmena hasta la cosecha. Y que aprende con una velocidad llamativa.
"Este año voy a tener otra colmena más", cuenta entusiasmado Marcos. Es porque el abuelo va a hacer un núcleo de la que tiene ahora. "Y cuando Gabriel crezca le voy a regalar una", asegura el precoz apicultor en referencia a su hermano de seis meses.
El futuro
Mamá Mariana no se sorprende de la pasión que Marcos tiene por las abejas: durante 18 años ella ayudó a su papá en la cosecha de la miel. Y si bien disfruta del interés que su hijo mayor muestra por la apicultura, desde muy temprano ya marcó la cancha: "Primero está el estudio".
Ahora el que interviene es papá Daniel, como anticipando una discusión que puede plantearse dentro de una década: "Puede estudiar y tener las colmenas con una actividad secundaria".
Mientras los grandes hacen futurología, Marcos quiere volver a hablar de su colmena y su miel. "Ya vendí un montón de frascos. Me compraron Ana Julia y Pucho, que trabajan en el diario con mi papá, la chica de la estación de servicio, otra del supermercado y también las porteras de la Escuela 15", cuenta.
"De las abejas me gusta todo", afirma. Y es el abuelo que da detalles de la pasión del nieto: "Viene cuando yo estoy trabajando y me pregunta cómo nace la reina, qué pasa si le ponemos más azúcar a la colmena, cómo se curan... Se entusiasma demasiado. Porque es muy chiquito todavía", aclara Elizari.
"¿Y cuándo vamos a ir a ver mi colmena?", pregunta Marquitos interrumpiendo la charla. Imposible negar que nació apicultor.
Mamá Mariana no se sorprende de la pasión que Marcos tiene por las abejas: durante 18 años ella ayudó a su papá en la cosecha de la miel. Y si bien disfruta del interés que su hijo mayor muestra por la apicultura, desde muy temprano ya marcó la cancha: "Primero está el estudio".
Ahora el que interviene es papá Daniel, como anticipando una discusión que puede plantearse dentro de una década: "Puede estudiar y tener las colmenas con una actividad secundaria".
Mientras los grandes hacen futurología, Marcos quiere volver a hablar de su colmena y su miel. "Ya vendí un montón de frascos. Me compraron Ana Julia y Pucho, que trabajan en el diario con mi papá, la chica de la estación de servicio, otra del supermercado y también las porteras de la Escuela 15", cuenta.
"De las abejas me gusta todo", afirma. Y es el abuelo que da detalles de la pasión del nieto: "Viene cuando yo estoy trabajando y me pregunta cómo nace la reina, qué pasa si le ponemos más azúcar a la colmena, cómo se curan... Se entusiasma demasiado. Porque es muy chiquito todavía", aclara Elizari.
"¿Y cuándo vamos a ir a ver mi colmena?", pregunta Marquitos interrumpiendo la charla. Imposible negar que nació apicultor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario