Los meses pasaban y Stamatis Moraitis no moría. Desde hace ya varios meses le habían diagnosticado cáncer pulmonar y los doctores solo le daban nueve meses de vida. Decidió regresar a su tierra natal, Ikaria, una isla griega, donde sería sepultado con sus antepasados. Esto sucedió cuando Moraitis rondaba los 60 años.
En un principio pasaba días enteros en cama, mientras su madre y su esposa, Elpiniki, atendían sus necesidades. Toda esta experiencia le sirvió para conectar con su parte espiritual. En los meses siguientes algo extraño sucedió: Stamatis afirma que comenzó a sentir más vigor. Bajo este influjo decidió plantar verduras en su jardín, aunque, honestamente, no esperaba vivir para cosecharlas (lo que recuerda lo que contestó Martin Luero cuando se le preguntó qué haría si el mundo se fuera acabar “Plantar hoy un árbol de manzanas”.) Aunque pensaba que no sobreviviría esto no le impidió disfrutar del sol ni de respirar el aire que solo esa región del planeta ofrece.
Las cosas comenzaron a perder su lógica. Stamatis vivió para cosechar las verduras que había plantado, incluso limpió el pequeño viñedo de su familia; su vida comenzó a tomar un rumbo distinto: jugaba dominó pasada la medianoche, tomaba largas siestas, despertaba cuando le daba la gana. Pasaron los años y su salud siguió mejorando. Construyó un par de habitaciones más en la casa de sus padres y amplió el viñedo que, a la fecha, produce 400 galones de vino anualmente. Hoy, tres y media décadas más tarde Stamatis presume sus 97 años de edad, aunque él asegura tener 102. Nunca se sometió a quimioterapias, no tomó medicamentos ni estuvo sometido a algún tipo de terapia. Lo único que hizo fue mudarse a Ikaria.
Con el apoyo de National Geographic Society,Dan Buettner ha estado organizando estudios de los lugares donde las personas viven más tiempo. El proyecto surgió a partir de los estudios realizados por sus colegas, el Dr.Gianni Pes dela Universidad de Sassari, en Italia, y el Dr. Michel Poulain, demógrafo belga. En el 2000, ambos identificaron una región de Nuoro Cerdeña como el lugar con la mayor concentración de centenarios masculinos en el mundo. A partir del 2002, se identificaron tres poblaciones de todo el mundo donde la gente vive poco más de tiempo en comparación a los demás habitantes de la Tierra. Las mujeres más viejas se encuentran en la isla de Okinawa.
A partir del 2008, Buettner y un investigador griego comenzaron a estudiar la isla de Ikara. El plan de Poulain era rastrear a las personas que habían nacido entre 1900 y 1920 y determinar cuándo y dónde murieron esos individuos. El problema surgió a raíz de que la mayoría de ellas que nacieron en esos años se habían mudado a distintas regiones.
Las historias como la de Stamatis.siempre llaman la atención, este hombre ha aparecido dando su testimonio en varios programas de la tv griega, incluso en el 2009, Buettner conoció a un hombre que le había relatado una historia similar sobre su recuperación del cáncer.
Después de reunir todos los datos sobre muertes y nacimientos de los habitantes de la isla, los investigadores concluyeron que los ikarianos tienes 2 y media probabilidades más de llegar a los 90, en comparación a los estadounidenses de la misma edad. Además, los datos arrojaron que los pobladores de la isla viven de 8 a 10 años más antes de sucumbir a alguna enfermedad cardiovascular, además se registraron menos casos de depresión y demencia senil; casi la mitad de los estadounidenses mayores a los 85 años muestran signos de Alzheimer.
En el siglo XVII, José Georgirenes , obispo de Ikaria, describió a sus residentes como “un pueblo de gente orgullosa que dormía en el suelo, Lo más recomendable en esta isla”. Además escribió: “es su aire y su agua tan saludables, que es común ver a personas de 100 años de edad”.
Tratando de comprender este fenómeno, Buettner contactó a Ilias Leriadis, uno de los pocos médicos de Ikaria. En un patio al aire libre se colocó una mesa con aceitunas, hummus pan y vino. “La gente se queda aquí hasta tarde. Nos despertamos tarde y siempre tomamos siestas. Abro mi consultorio a partir de las 11, antes de esa hora nadie viene, ¿has notado que nadie lleva reloj aquí? “, dijo el doctor mientras bebía un sorbo de vino.
Leriadis habló de una bebida local conocida como “té de montaña”, una mezcla de hierbas endémicas de la isla que los habitantes consumen generalmente a final del día. Algunos de sus ingredientes son el orégano, la salvia, una yerba parecida a la menta, romero y un extracto hecho de diente de león con limón. “Las personas creen que beben un líquido reconfortante, pero también piensan que consumen una bebida con propiedades curativas”, dijo el doctor.
La miel también es considerada una panacea“. Ellos tienen tipos de miel que no existen en ningún otro lugar del mundo. La utilizan para todo, desde el tratamiento de heridas, para curar la resaca o como tratamiento para la gripe. La gente mayor comienza su día con una cucharada de miel”:
A lo largo de 3 días, Buettner tuvo la oportunidad de conocer a pacientes del doctor Leriadis. En la zona conocida como Raches, se encontró con 20 personas de más de 90 años, uno aseguraba tener 104.
Durante un viaje Ikaria, Buettner acudió al hogar de una pareja de ancianos que llevaban casados más de 75 años: Thanasis y Eirini Karimalis. El matrimonio se casó en los años 20. Su rutina es similar a la que el doctor mencionó: despiertan naturalmente, van a trabajar a su jardín, toman un almuerzo, después una siesta, se ponen al sol, sus vecinos los visitan o ellos van a visitarlos. Su dieta consiste en un desayuno conformado por leche de cabra, vino, té de salvia, café, miel y pan. El almuerzo generalmente se trata de leguminosas, papas y verduras que ellos mismos siembran y cosechan.
La doctora Ioanna Chinou, profesora de la Universidad de Atenas, es una de las expertas en Europa sobre las propiedades bioactivas de hierbas y productos naturales. Cuando se le cuestionó sobre la longevidad de los ikarianos, mencionó que la mayoría de los tés que consumen son remedios tradicionales griegos. La menta salvaje combate la gingivitis y enfermedades gastrointestinales; el romero se utiliza como remedio para la gota; la artemisia para mejorar la circulación. Ella invitó a Buettner a darle muestras de las principales yerbas que se consumen en Ikaria. Los resultados arrojaron que son ricas en polifenoles y mostraron fuertes propiedades antioxidantes. La mayoría de estas yerbas también contienen diuréticos suaves. Los médicos suelen utilizar los diuréticos para tratar la hipertensión.
Mientras tanto, Gianni Pes y Michel Pulain se dispusieron a localizar a 164 residentes que tenían más de 90 años. Posteriormente se les cuestionó sobre su estilo de vida y realizaron varias pruebas de agilidad mental.
Ya con los datos obtenidos, Pes y Poulain se reunieron con Antonia Trichopoulou de la Universidad de Atenas, experta en dieta mediterránea. Ella señaló que la dieta de los ikarianos es rica en aceite de olivo y verduras, baja en productos lácteos (a excepción de la leche de cabra) y productos cárnicos y generalmente consumen poco alcohol. La doctora hizo hincapié en las verduras que ellos mismos cosechan y en la miel.
Como ya es sabido, la dieta mediterránea favorece y potencia la salud desde varios puntos de vista: el aceite de oliva, reduce el colesterol malo, la leche de cabra promueve la producción de serotonina y triptófano, el café se asocia a menores índices de diabetes, el pan de masa fermentada podría reducir la carga glicémica de una comida, incluso las patatas aportan buenas cantidades de potasio, vitamina B6 y fibra.
Existen testimonios que narran que, al igual que Stamatis Moraitis, su vida cambia radicalmente al llegar a la isla, ya que la dieta y el modo de vida son difíciles de encontrar en grandes ciudades. En los Estados Unidos, por ejemplo, cuando una persona pretende mejorar su calidad de vida, comienza por el ejercicio, que si bien es una buena medida, no puede equipararse a los beneficios que se pueden obtener gracias a una dieta mediterránea.
A pesar del relativo aislamiento de la isla, sus calles han comenzado a ser invadidas por productos ajenos a la región, como refrescos y papas fritas que comienzan a desplazar al té y a otras botanas típicas de la región, como almendras, cacahuates y nueces